No es posible
pretender desconocer que el origen del PANAL es la lideresa magisterial Elba
Esther Gordillo, quien al amparo de la impunidad y la concertacesión con los
poderes en turno, utilizó al Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación
(SNTE) para lograr sus ambiciones políticas.
Hasta la fecha,
vende sus servicios electorales al mejor postor. Sin embargo, en una aparente
ruptura con el PRI, ahora ha decidido lanzar un candidato a la presidencia de
la república y el elegido es Gabriel Quadri, quien comenzó su aventura política
declarando que no conoce a la Sra. Gordillo (¿?)
Al señor Quadri,
de ninguna manera se le percibe como un contendiente electoral, sino como un
instrumento político de negociación y contrapeso ad hoc a los intereses de la
lideresa magisterial. Imposible creer que esto le es ajeno al aspirante.
En la entrevista
realizada hace unos momentos por Carmen Aristegui, Gabriel Quadri comentó que
su candidatura fue cocinada en el ambiente perfecto: una cena entre cuates que
se reúnen de vez en vez para comentar libros. Uno se pregunta entonces ¿Y la
militancia del PANAL?
Por otro lado, en
el marco de esa entrevista, reveló datos que son sumamente interesantes porque develan
dos posibles escenarios:
1.- Que el señor Quadri no sepa que el PANAL es un partido
que nació, creció y se reprodujo amparado por la corrupción reinante en el
SNTE, donde el margen de operación política recae sobre los puestos jerárquicos
otorgados a aquellos docentes que se distinguen por su lealtad a toda prueba a
los intereses de la lideresa magisterial, no así por su preparación académica o
aprovechamiento escolar.
Por eso causa
ternura, por decir lo menos, escuchar que el aspirante presidencial promoverá
en el sistema educativo, los exámenes de oposición y se opondrá a la venta de
plazas.
Que alguien le
explique por favor al señor Quadri que sin la opacidad y la corrupción en el
sistema educativo, el partido político por el que contiende a la presidencia de
la república, simplemente no existiría.
2.- Que aún sabiendo todo lo anterior, el señor Gabriel
Quadri crea firmemente que puede representar una opción de cambio y vender la
idea de que los líderes del partido son unos y él es otra cosa totalmente
diferente.
Que alguien le
explique por favor al señor Quadri que es imposible observarlo a él, sin que el
inconsciente colectivo mexicano asuma que él y la señora Gordillo son la misma
persona.
En ambos casos,
el asunto es grave.
No se puede
participar en una contienda electoral pecando de ingenuo o dominando ese
particular doble discurso propio de la clase política mexicana
Y uno no deja de
preguntarse ¿esto es democracia? ¿por esto pagamos tanto los mexicanos? ¿qué
hacer para trascender toda la simulación detrás de las contiendas electorales?
Para Ripley, sin
duda.
¿Usted qué opina,
estimado lector?
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