En el contexto de
las próximas elecciones para presidente de México, es evidente que los medios
de comunicación juegan un papel decisivo por el impacto e influencia que tienen
en “la opinión pública”, pero hay quien afirma que no están a la altura de lo
que México requiere en materia informativa.
Y es que hoy en
día, los medios de comunicación dejan mucho que desear. Tal vez los más
reprobables son aquellos que desde su pedestal, construido al amparo de la
corrupción, impunidad y poder en turno, se erigen como poseedores de una verdad
única e incuestionable adornada con una ética periodística intachable.
Imaginemos
entonces un escenario en donde se advierta al lector acerca del contenido del
medio que está a punto de leer. Juguemos pues con esta idea. Y comenzaría de
esta forma:
“Quienes aquí
escribimos, somos texto-servidores. Leales al periódico que es considerado
también como un pasquín panfletero, que reparte calumnias, infundios y
desinformación. Es más, usted no debería informarse en estos espacios donde se
mezclan las consignas personales con la “objetividad periodística”.
“Nos llaman
“franeleros”, un término peyorativo que se carga de significado según la
cantidad de dinero, poder y fama que estemos hablando. Si “hasta en los perros hay
razas”, en las franelas también.
En SDP sin
embargo, funciona una atípica y descarada forma de “hacer periodismo” en la que
“cualquier hijo de vecino” se siente escritor, periodista o reportero; No
importa que escriban sólo por el honor de contribuir a construir un mejor país ¡¿qué
es eso?! “Pejistas”, “soñadores” y “muertos de hambre”, les llaman a esos
atrevidos. Fuchi”
“Por si esto
fuera poco, no existe entre nosotros la “lealtad gremial”, somos perfectamente capaces de atentar, como
medio de comunicación, en contra de la vida privada de cualquier persona. No tenemos
bien definidos los límites entre la res pública y la res privata. Es más, aprovechamos
para ofrecer disculpas al señor Antonio Solá por haber causado su pudor. Somos
terribles. Lo reiteramos”
“Aquí además, hablamos
sin pruebas, sin sustento y sin valor. Escudados en el medio de comunicación
que nos da abrigo y consigna.
Y debemos
decirlo: no importa el tamaño de la injusticia, el ataque o el error, la
televisión o el periódico hará que su memoria se diluya en aras de seguir
considerándonos “líderes de opinión” y si usted lo duda, vea la cantidad de
seguidores que tenemos en las redes sociales. Ya sea que esté o no de acuerdo
con nosotros, nuestra opinión siempre será su punto de referencia”
“Somos además,
una empresa comprometida con el bien común, con responsabilidad social. Nuestra
generosidad se manifiesta a través del Teletón y de infomerciales como “de
panzazo”. No solamente negamos nuestra parte de responsabilidad en la debacle
educativa, sino que hacemos usufructo de la miseria humana que provee rating de
parte de aquellos a quienes hemos contribuido a formar. Soslayamos que la
educación es un proceso que dura toda la vida y que no se remite solamente a la
escolarización. Nuestro compromiso es usted”
Los ciudadanos
mexicanos podemos entonces estar tranquilos. Televisa vela por nuestros
intereses, querido lector.
¿Y la opinión pública? ¿quién dice “la verdad”?
La verdad es
una construcción conceptual, en tanto se encuentra sujeta a múltiples
interpretaciones que dependen de quién lo dice, para qué lo dice, por qué
lo dice y ante quién lo hace[i].
A través de Mauricio Beuchot, Vattimo afirma que un
texto es un horizonte abierto a ser interpretado y así se da con la realidad.
Como decía Nietzsche: no hay hechos, sólo interpretaciones. No existe lo real,
sino sus infinitos abordajes.
Es importante considerar que, según este autor, los medios de comunicación se han
convertido en los grandes constructores de sentido de lo real. El mensaje
parece ser: No piense, el periódico, la radio o la TV le
explicarán a detalle determinado hecho o circunstancia que se carga de
significado dependiendo de la sintonía, el programa de TV o el periódico que
usted elija para enterarse de lo que está sucediendo aquí y ahora.
Es decir, la mirada del medio
se vuelve la realidad misma. Aquí Lo importante es tener en claro que siempre que
alguien habla en nombre de una realidad única, no hace más que postular su
propia mirada, su propio interés.
Al final, por lo que se apuesta es por un ciudadano
bien educado, formado en un sistema verdaderamente democrático e incluyente. En
México evidentemente esto no funciona así y valdría la pena preguntarse, entre
otras cosas, ¿a quién conviene que las cosas sigan igual? ¿quién o quienes
temen a un verdadero cambio?
¿Usted qué opina, estimado lector?
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