miércoles, 16 de noviembre de 2011

Noviembre, mes de las mariposas

Artículo publicado en sdp noticias

 “Cuando supe que habían caído las tres hermanas
Mirabal me dije: la sociedad establecida ha muerto(…)”

Pedro Mir “Amén de Mariposas”



Las hermanas Mirabal



Fue República Dominicana, el 25 de Noviembre de 1960, que tres hermanas de apellido Mirabal eran asesinadas a golpes de garrote por órdenes del dictador Rafael Leónidas Trujillo Molina “El Jefe”, cuyo mandato es considerado como uno de los más sangrientos del siglo pasado.



Por órdenes del dictador, la prensa dio a conocer la noticia como un simple accidente que, en contra de sus deseos, contribuyó a despertar la conciencia nacional en República Dominicana. Trujillo fue asesinado apenas un año después del incalificable asesinato de éstas tres mujeres consideradas justamente como heroínas en su país y en el resto del mundo por quienes conocemos su historia y admiramos su lucha en contra de la injusticia y la represión.



Se les conoce como “Las mariposas”, porque fue el nombre que Minerva escogió para identificar su movimiento y las actividades del mismo en contra del terrible dictador.

Minerva, Patricia y María Teresa, las hermanas Mirabal


Día Internacional de la No Violencia contra la mujer


¨Si me matan... Yo sacaré mis brazos de la tumba y seré mas fuerte"
Minerva



"Trujillo no le tiene nada bueno a este país”
Patría

"La juventud no debe estar tan tranquila frente a Trujillo”
María Teresa



La historia de las hermanas Mirabal ofrece varias lecciones que es conveniente aprender a través de la memoria de su lucha y su sacrificio, en aras atender la advertencia de Octavio Paz Paz: “El pueblo que no conoce su historia, está condenado a repetirla”.



Una de las lecciones, se refiere al prejuicio que existe entre quienes consideran que un héroe nacional “debe venir del pueblo” porque si no es así, significa que desconoce “la lucha” de los demás por salir adelante y esto no necesariamente es cierto.



Ni a todos “los pobres” les interesa salir adelante ni todos “los ricos” son insensibles al sufrimiento de los menos afortunados. Éste es un estereotipo vehiculado a través de medios de comunicación y novelas rosa, que tiene como propósito dejar las cosas tal y como están. Ya Monsiváis dio cuenta de esto cuando analizó algunas películas de Pedro Infante, como “Nosotros los pobres y ustedes los ricos”.



Es lamentable que hoy en día, en México, se pretenda descalificar las ideas o planteamientos de intelectuales de cualquier campo del conocimiento, basados en su origen, porque esto no sella ni determina su destino:



“Él habla así, porque proviene de una clase privilegiada, entonces no conoce ni entiende la necesidad de los pobres”. Esto, aparte de todo, es demagogia pura. La solidaridad, la empatía, la piedad, la nobleza, no es directamente proporcional a la cuna de la que provienen las personas.



Las hermanas Mirabal eran lo que Guadalupe Loaeza denomina en estos tiempos “niñas bien”, ávidas lectoras, bellas e inteligentes, que jamás dieron la espalda a su pueblo y siempre apoyaron e impulsaron las causas de los reprimidos por la brutal dictadura de Trujillo.



Eran mujeres, pero antes que eso se concebían como seres humanos que, privilegiadas por su acceso a los libros y a otros personajes cuyas ideas impactaron su realidad, tenían la responsabilidad con el pueblo de su país.



“Privilegio conlleva responsabilidad” fue su lema y la decisión de apegarse a él, requirió  ver morir a su padre en condiciones humillantes, saber encarcelados a sus respectivos maridos y al final, entregar ellas la vida por su causa.



Uno de los asesinos enviados por Trujillo, describe el espantoso crimen:



“Después de apresarlas —narra Ciríaco de la Rosa— las condujimos al sitio cerca del abismo, donde ordené a Rojas Lora que cogiera palos y se llevara a una de las muchachas. Cumplió la orden en el acto y se llevó a una de ellas, la de las trenzas largas (María Teresa). Alfonso Cruz Valerio eligió a la más alta (Minerva), yo elegí a la más bajita y gordita (Patria) y Malleta, al chofer, Rufino de La Cruz. Ordené a cada uno que se internara en un cañaveral a orillas de la carretera, separadas todas para que las víctimas no presenciaran la ejecución de cada una de ellas. Ordené a Pérez Terrero que permaneciera en la carretera a ver si se acercaba algún vehículo o alguien que pudiera enterarse del caso. Esa es la verdad del caso. Yo no quiero engañar a la justicia ni al pueblo. Traté de evitar el desastre, pero no pude, porque de lo contrario, nos hubieran liquidado a todos”.
 

Valientes mujeres, nobles madres, leales esposas.

Noviembre, mes de las mariposas.

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