martes, 13 de diciembre de 2011

La Jornada y Letras Libres. Las ponderaciones

Artículo publicado en SDP Noticias

Estimado lector, seguramente ha seguido con interés el multicitado caso de la demanda que La Jornada emprendió en contra de Letras Libres por el artículo “Cómplices del terror” que escribió Fernando García Ramírez[i] y en el cual el periodista señala que La Jornada es, entre otras cosas, de estar “al servicio de asesinos hipernacionalistas”.

Como ávida lectora de La Jornada y de Letras Libres, desearía haber leído del asunto en un debate que abarcara todas las aristas posibles del tema en cuestión. Tesis, antítesis y síntesis. Argumentos utilizados en un mismo campo de juego: el de los medios de comunicación.  

¿Cómo se debate una mentira? Con la verdad, apelando al sentido común de los lectores. En ese sentido, hasta donde sabemos, ningún lector de Letras Libres demandó a La Jornada por haber considerado seriamente la acusación de Fernando García Ramírez. Faltaba más.

Y es que nos guste o no, los medios en México son predecibles a través de sus columnistas, seguidores, detractores y demás que delinean sus rasgos y contornos, de tal suerte que permiten conocer la denominada “línea editorial” de un medio en aras de comprender su enfoque, su visión, tendencias, caminos y recovecos.

Las ideologías tampoco son asuntos menores, pues son los filtros por medio de los cuales cada uno de estos medios de comunicación, interpretan la realidad e informan acerca de la misma a sus lectores impacta en el denominado “manejo de la nota”, cualquiera que sea el tema a tratar.

En ese orden de ideas, no hay punto de comparación entre las líneas editoriales de Letras Libres y La Jornada, pero ambas comparten cuestionamientos nodales en cuanto a la forma de ejercer el periodismo, porque evidentemente siempre habrá a quienes un enfoque u otro les cause escozor por encontrarse a la sombra del poder o por criticar el ejercicio del mismo.

En cualquier caso, abundan las notas periodísticas en las cuales se realizan señalamientos e imputaciones en las cuales el aludido tiene el derecho de replicar y establecer así  su propia versión de los hechos.

¿Cuál es el problema entonces? El problema es que en México, en la realidad, no es tan fácil que suceda así, a entera satisfacción de las partes y tampoco se reduce, según la resolución de los jueces, a afirmar lo que sea de quien sea.

Aquí entran en juego las llamadas “ponderaciones”, presentes en este discurso legal referente a la libertad de expresión, plasmadas además en el proyecto Zaldívar, basado en el art. 6 de la constitución de los Estados Unidos Mexicanos:

“LA MANIFESTACION DE LAS IDEAS NO SERA OBJETO DE NINGUNA INQUISICION JUDICIAL O ADMINISTRATIVA, SINO EN EL CASO DE QUE ATAQUE A LA MORAL, LOS DERECHOS DE TERCERO, PROVOQUE ALGUN DELITO O PERTURBE EL ORDEN PUBLICO; EL DERECHO A LA INFORMACION SERA GARANTIZADO POR EL ESTADO”.

Y que establece, entre otras cuestiones, que no toda expresión está protegida y si colisiona con derechos humanos o personajes o instituciones públicas o privadas, será sujeto de ponderación, lo que significa que no hay derechos más válidos o aplicables que otros.

Y es que no es un asunto menor aún entre los mismos medios de comunicación juzgar en qué momento, una nota periodística es un ataque a la libertad de expresión y cuándo constituye una difamación.

Jorge Carpizo vs El Universal

Hace 14 años, el periodista Julio Hernández López, desde su columna “Astillero”, daba cuenta del litigio que el entonces procurador de justicia Jorge Carpizo interpuso en contra del periódico El Universal por la misma razón que La Jornada demandó a Letras Libres: La calumnia.

 La Jornada martes 28 de octubre de 1997 [ii]

ASTILLERO  Julio Hernández López

Jorge Carpizo considera que ha terminado su ciclo como embajador mexicano en Francia, y por ello ha solicitado su remoción. No debe suponerse, sin embargo, que el retorno de Carpizo sea cuestión de días sino, de acuerdo con la tradición en este tipo de asuntos, se puede llevar meses, de dos a tres en el mejor de los casos.

El doctor en derecho --que nació en la ciudad de Campeche el 2 de abril de 1944-- planea reintegrarse a la UNAM, al área de investigaciones jurídicas, pero, sobre todo, desea atender directa y personalmente la demanda que por difamación ha presentado en contra del director de El Universal, Juan Francisco Ealy Ortiz, el reportero Miguel Badillo y el caricaturista Luis Carreño.

La demanda de quien ha sido rector de la UNAM, presidente de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, procurador general de la República y secretario de Gobernación, se refiere al señalamiento hecho a fines de abril del presente año en El Universal de que, siendo procurador, Carpizo habría entregado a Raúl Salinas de Gortari 30 caballos pura sangre valuados en unos 3 millones de dólares.

A partir de la información disponible, el caricaturista Carreño planteó el asunto desde la perspectiva del humor gráfico.

Carpizo ha recurrido a los tribunales mexicanos en demanda, tanto de castigo para quienes considera sus difamadores, como del pago de no menos de un millón de pesos por concepto de daño moral.

Será interesante conocer el razonamiento jurídico que despliegue el reconocido jurista para salir adelante en el litigio que se movería en el terreno de una legislación obsoleta y laxa. También será importante conocer la reacción del gremio periodístico, que desde ahora entiende la demanda de Carpizo McGregor como un atentado a la libertad de expresión (…)”

El señalamiento de El Universal, fue gravísimo en términos de señalar a un funcionario público en activo como cómplice de la corrupción en el Salinato. En palabras del periodista de La Jornada, en ese entonces el asunto se entendió como un atentado a la libertad de expresión, más allá del derecho que como particular le asistía a Carpizo de cuidar y proteger su reputación y buen nombre.

Esos son las ponderaciones de las que habla la ley y que son utilizadas también por los medios de comunicación. Así sucedió en este caso.

Por cierto, el Lic. Jorge Carpizo comprobó que la nota fue falsa y dos años después el Universal se retractó públicamente. Cabe mencionar que para ese entonces, casi nadie recordaba el tema. Así de corta es la memoria de los mexicanos.

En cualquier caso, comparto la opinión de Enrique Krauze al afirmar que La Jornada es un gran medio de comunicación, necesario además en este país. Nadie en su sano juicio puede considerar seriamente que la opinión/señalamiento/calumnia planteada en el artículo de Fernando García Ramírez, acerca de la complicidad de La Jornada con “asesinos hipernacionalistas”, sea la verdad absoluta. Ésta depende de quién lo dice, por qué lo dice, para qué lo dice, en qué momento y desde dónde se pronuncia.

Los filtros ideológicos y condicionamientos éticos de La Jornada y de Letras Libres están presentes en la manera en la que se aborda y se concibe el periodismo que estructura el andamiaje que da forma y fondo a cualquier medio de comunicación. El lector lo sabe. Cómo no.

Entre tanto, ambas publicaciones seguirán siendo consideradas por quien esto escribe como un punto de referencia sine qua non construir un criterio que permita interpretar e interpelar esta realidad compleja y cambiante que permea la cotidianeidad en México ¿o no es ese el fin último de cualquier medio de comunicación?

¿Usted qué opina, estimado lector?

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