jueves, 29 de diciembre de 2011

OCDE. Panorama de la educación 2011

Artículo publicado en SDP noticias


¿Cómo interpretar los resultados que arrojan instrumentos de evaluación como PISA y ENLACE en el contexto de la grave crisis mundial a la que México no es ajena?

¿Cuál es el adjetivo calificativo correcto para evidenciar un sistema educativo mexicano que impacta directamente en los niveles de productividad del país? Lo cierto es que, como ya se ha denunciado, el problema que representa el sistema educativo en México es ahora un asunto de seguridad nacional.

El informe Panorama de la educación 2011, publicado por el organismo internacional, señala que México ocupa el segundo lugar entre las 34 naciones de la organización en cuanto a porcentaje de población de entre 25 y 64 años –esto es, más de 50 por ciento en esos niveles de edad– que no ha completado estudios mayores a secundaria[i].

Por si esto fuera poco, este informe confirma que actualmente los paradigmas con que fuimos educados generaciones atrás, ya no operan hoy en día, veamos

·         Para la familia promedio mexicana, era muy común la consigna de brindar estudios profesionales a los hijos en aras de proporcionar a los mismos un mejor nivel de vida. Incluso la consigna : “Estudia, porque es la única herencia que podemos dejarte”, aplica para estos tiempos, pero la situación ha cambiado.
Dice el reporte de la OCDE que los profesionistas mexicanos son quienes presentan la mayor tasa de desempleo y que ésta ha ido en aumento, al pasar del 2.8 por ciento en 2007 a 4 por ciento en 2009, proporción que disminuyó entre quienes sólo terminaron la educación básica, de 4.4 por ciento en 2007 a 4.2 en 2009

Los datos anteriores, ponen a prueba la consigna que establece una relación directa entre educación y desempleo. Un título universitario no garantiza que el sustentante obtenga empleo acorde a su perfil de egreso.

Sin embargo, encontré que para los estándares de los estudios de la OCDE, el término “educación” se refiere a la escolarización del sujeto, no así a un proceso que dura toda la vida y que impacta la familia, el entorno y el mismo individuo.

La importancia de esta observación radica en que, por otro lado, obtener niveles de aprovechamiento excelentes académicamente hablando, tampoco garantizan un profesionista exitoso ¿cuántos casos conocemos de personas que son formadas para obtener 10 en la escuela, pero no ostentan el mismo triunfo al aplicar estos conocimientos en la vida diaria?

Esto es, desde mi perspectiva, lo que sucede ahora con la implementación del examen de ENLACE en las aulas de las escuelas de nuestro país.

Antes de que se proporcionara un estímulo económico (“zanahoria”) a los docentes que lograran incrementar los resultados de la prueba, lo cierto es que ENLACE no era prioridad, tanto como cubrir los contenidos del Plan y Programa de Estudios.

Ahora, los gobiernos estatales saben que además, los resultados de la prueba implican corresponsalía con asignación de recursos y beneficios para las Entidades, así que todas (subrayado y con negritas) las iniciativas para la mejora de la calidad educativa dependen de los resultados que arroja este único instrumento.

¿Qué sucede ahora? Que se educa para ENLACE, no para la vida. En consonancia con el programa –sin sentido- denominado “Carrera Magisterial”, se brindan puntos extra a los docentes que trabajen horas extras para elevar los resultados de la prueba, sin considerar que ahí se encuentra presente la falacia de la eficiencia. No es mejor maestro el que trabaja más horas, sino el que a través de una planeación efectiva implementa estrategias para aprovechar adecuadamente el tiempo en el salón de clases.

Se olvida que Finlandia, uno de los países cuyo sistema educativo se considera modelo en el marco de las políticas de la OCDE, es uno de los que aplica menos hora/alumno por semana de clase. Eso es eficiencia.

Y es que el plan y programa de estudios ha sufrido modificaciones, no así una transformación a fondo. En México los artistas, escritores, inventores, soñadores e ícaros[ii] son excluidos si no se adaptan a las reglas del juego: Primero Español, luego Matemáticas, después las Humanidades y por último las artes.

Dice Ken Robinson que esto es una barbaridad, porque desde ahí el sistema escolar pretende homogeneizar lo que es intrínsecamente heterogéneo. No todos los niños aprenden igual, con los mismos estímulos en base a los mismos intereses. No hay tal cosa.

Pero ¿cómo aplicar esto en la realidad de un profesor que atiende 40 estudiantes? ¿qué hacer en un plantel que no tiene la infraestructura mínima para ofrecer un servicio educativo de calidad? ¿cómo centrarse en esto si a los docentes de este país, las autoridades gremiales y oficiales los mantienen cautivos en cursos, diplomados y demás que no tienen nada que ver con la situación real que impera en los salones de clase?

Por lo pronto, el tema da para mucho más, esto es apenas la punta del iceberg

¿Usted qué opina, estimado lector?



Twitter: @Anelin00

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