lunes, 20 de febrero de 2012

Benedicto XVI y los derechos de la Fe


Leer al Cardenal Joseph Ratzinger es comprender la visión de la Fe desde el catolicismo. No es fortuito que el ahora Papa Benedicto XVI sea considerado como “el Papa de la Razón” y constituye en sí mismo y por derecho propio una inteligencia a la altura de las mentes más privilegiadas de los últimos tiempos.

Su Santidad escribió en los tiempos del beato Juan Pablo II, una obra extraordinaria “El infierno es estar solo”, donde analiza desde la posición del Cardenal primero y del hombre después la noción de Infierno que se identifica con Dante.

A diferencia de Sartre, que afirma que “el infierno son los otros”, el entonces Cardenal sostiene que el infierno es la soledad humana y ésta sólo puede ser superada en Dios, en Él que permanece en el misterio de la Fe y del Amor hasta nuestros días.

“Hay una noche a cuyo abandono no llega ninguna voz. Hay una puerta que podemos atravesar sólo en soledad: la puerta de la muerte. La muerte es la soledad por autonomasia. Pero aquella soledad en la cual el amor no puede penetrar, es el Infierno

Y es que hay quien piensa que estos planteamientos son puramente filosóficos, sin considerar que plantean toda una forma de ver y asumir la vida propia y de los demás.

Su Santidad expresó, en su época Cardenalicia que el infierno está aquí y ahora. Mire usted.

Donde no hay Dios, despunta el infierno, y el infierno persiste sencillamente a través de la ausencia de Dios”[i]

Lo más paradójico es que esta exclusión de Dios se hace de manera sutil, casi siempre afirmando que se quiere el bien de los hombres.

«Cuando hoy se hace comercio de órganos humanos, cuando se fabrican fetos para disponer de órganos de reserva o para hacer progresar la investigación y la medicina preventiva, muchos consideran como implícito el contenido humano de estas prácticas, pero el desprecio del hombre que está debajo --cuando se usa y se abusa del hombre-- conduce, se quiera o no, al descenso a los infiernos».

La Fe vs El Progreso

Personalmente, siempre me ha llamado la atención aquellas posturas progresistas que señalan que el catolicismo constituye en sí mismo una especie de obstáculo para el libre pensamiento.

Quien esto afirma, en el mejor de los casos, no sabe lo que dice y habría que comenzar a preguntar a los “open minded” qué entienden por “progreso” para comprender que hay una indisoluble asociación de esta cuestión con el avance tecnológico y el libre albedrío.

En estos momentos, de crisis estructural generalizada, hay algunos “problemillas” asociados a la definición anterior, como el asunto ambiental : o resolvemos el calentamiento global, o nos extinguimos como especie. Hemos progresado, sin duda.

La familia, el núcleo básico de la sociedad, desde donde se procura el amor y el cuidado de los miembros que la integran, es hoy más atacada que nunca.

Desde la Fe, el matrimonio es un compromiso de vida y ¿por qué no decirlo? También es una forma de alcanzar la santidad. Amar, no es sentir “maripositas en el estómago” y pretender que cuando éstas transmutan en gusanos, se acabó el amor. Amar es una decisión y quien así lo asume, desde la Fe, es ahora señalado en estos tiempos como “demodé”, en el mejor de los casos.

¿Dónde está la tolerancia que asumen y presumen los autodenominados “progresistas” en el discurso? Para Ripley ¿no cree usted?

Por otro lado, se soslaya comúnmente el hecho de que el hombre es un ser religioso. Sin duda, pero no se puede servir a Dios y al César al mismo tiempo.

¿Cuál es la religión que usted profesa, estimado lector? ¿Es la política, la ciencia, el dinero, la música, la academia, el marxismo, la posmodernidad, su líder sindical? ¿Dónde tiene puesta su Fe? Estas preguntas sólo son para reflexionar. Usted es quien debe hacer las consideraciones, por supuesto.

La historia, esa sabia maestra nos brinda algunas lecciones que tienen que ver con la Fe y con la forma como se considera a la religión católica en estos tiempos:

1.- Para los que piensan que “la religión es el opio del pueblo”, refiriéndose a la religión católica, por supuesto, olvidan que cuando la política suple esta función y se convierte en “el pan que sacia toda hambre humana”, transmuta automáticamente en una ideología totalitaria y la historia ha demostrado que todas éstas formas de asumir la política y que arrasaron el siglo XX son de raíz socialista.

2.- El iluminismo utópico de algunos filósofos ilustrados en los que fincan sus posicionamientos los déspotas jacobinos, hoy considerados “progres”, no han traído sino violencia y tiranía política

3.- Occidente, tan “fuera de moda” hoy en día, por el auge del New Age y el impacto de la posmodernidad, es la civilización de la razón, con todas sus contradicciones y, para aquellos que lo desconocen, debo señalar que la civilización cristiana es la única donde el poder político es distinto a la autoridad religiosa (Sí, la única).

¿Usted qué opina, estimado lector?

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