lunes, 20 de febrero de 2012

El ágape

Artículo publicado en SDP noticias

“El cristianismo es ir de la mano de alguien a algún sitio”
Chesterton

Con todas las inconsistencias que pueden presentar los calendarios judíos, griegos y latinos, sabemos que hace aproximadamente dos mil años el mundo cambió por el nacimiento de Dios que se hizo hombre por el hombre y desde este hecho que conmocionó al mundo , sabemos que somos, en lo mejor y en lo peor, hijos de Dios.

Ya sea que usted esté de acuerdo o no con lo anterior, estimado lector, la navidad es una época de paz y amor basada en el nacimiento de aquel que brinda a quien lo conoce, la certeza de saber que el alma más perdida, reconoce que alguien la busca.

La navidad es la fiesta de la Encarnación, del descendimiento de lo alto hacia lo bajo, de la kenosis y la creación de Dios.

Simone Weil decía que Dios sólo pudo crear el mundo retirándose, renunciando a su poder omnipresente y mostrándose bajo la forma de la ausencia, del secreto del retiro en lo creado. Ese acto creador, que también describe el poeta Javier Sicilia[i], es la primera expresión del ágape. “Dios –escribe Weil- creó por amor, para el amor. Dios sólo creó el amor mismo”

El misterio del amor de Dios al hombre sólo puede ser comprendido desde la Fe que abre los ojos al hombre para apreciar la magnitud del amor de Dios.

Koch[ii] afirma que no es casualidad que fueran, a finales del siglo XVIII, las corrientes filosóficas de la Revolución Francesa (tan ligadas a la Masonería y a los Illuminati)  las que plantearon por primera vez de manera pública la idea de que el cristianismo es una cosa y el Jesús histórico otra distinta que a su juicio no tenía  mucho que ver. El hombre está solo, incompleto y extraviado, clamaron desde entonces los Jacobinos.

El complejo de Jonás

La navidad recuerda nuestra heredad, nuestro origen, dónde estamos y hacia dónde vamos, en Dios. Hay fuerzas que pretenden hacernos creer que somos barcos a la deriva sujetos a los vientos de las tempestades. No es cierto, eso. Jamás lo crea, estimado lector. Antes bien, debemos hoy recordar la historia de Jonás y la Ballena[iii].

Jonás era un hombre al que llamó Dios para que fuera a la ciudad asiática de Nínive a proclamar una mejor forma de vida, pero como Jonás no creyó poder cumplir tal encomienda, le dio la espalda a Dios y huyó, literalmente, en la dirección opuesta.

En su intento por escapar a su destino, fue tragado por una ballena. Después de tres días, Jonás pidió la ayuda de Dios y la ballena inmediatamente lo escupió. Ya estando fuera, Jonás, con una decisión reorientada, se dirigió a Nínive a cumplir su deber y encomienda.

Finalmente, ofreció las palabras que se le habían pedido que transmitiera, salvando así a toda una ciudad.

En la vida actual, mucha gente adopta esta conducta en vez de afrontar sus compromisos. Se asustan de su propio talento y huyen. Los filósofos y científicos han llamado a esta conducta, el complejo de Jonás.

El complejo de Jonás es una condición en la cual las personas se asustan de su propio talento y no asumen su responsabilidad. Deliberadamente escapan de sus compromisos de la misma manera como lo hizo Jonás.

El sujeto escindido e incompleto de la posmodernidad se asume en el esplendor de su heredad cuando comprende que nunca ha estado solo y la Navidad es el momento en el que puede recordar que Dios vino al mundo a dar su vida por la salvación del hombre.

Justo es decir entonces que la iglesia, Madre y Maestra, está compuesta por pecadores. Una iglesia para santos nos sería completamente ajena. Sería una contradicción. Los mismos santos de la tradición cristiana, eran pecadores que sanaron en el amor de Dios. Por eso, la iglesia es Santa, porque siempre es perdonada en el amor de Cristo. La grandeza de la Iglesia está en su fuerza y en su debilidad[iv].

¿Habrá alguien que piense que es fácil hoy en día ser cristiano? Quien así se considere y además lo manifieste, está sujeto al escrutinio minucioso de sus obras y al señalamiento bajo y fariseo de aquellos que tienen prisa por decir: “Mira…y dice que es cristiano”

¿Cómo ser cristiano y operar en el mundo bajo las reglas del neoliberalismo, que quiebran empresas y acaso países enteros en apego estricto a las reglas de operación del sistema? ¿Cómo ser cristiano y además militante de algún partido o personaje político que manifieste encarnar el amor y la reconciliación, que sabemos no puede ser más opuesta al Verbo Encarnado?

En la esquizofrenia del mundo, el rostro del amor se revela a cada instante en lo aparentemente insignificante e intrascendente, pero es el hombre mismo quien debe asumir el honor y la responsabilidad de ser llamado “hijo de Dios” y para ello, la siguiente historia puede ser particularmente esclarecedora. Mire usted.

William Holman Hunt, fue un pintor británico del siglo XIX, que se hizo famoso por sus cuadros de escenas bíblicas.

A mediados del siglo XIX, pintó un hermoso cuadro en donde Jesucristo aparece a media noche, en pie en un jardín, portando una linterna con una mano, mientras que con la otra está tocando a una puerta.

El cuadro empezó a tomar fama y no mucho tiempo después, un amigo al estar frente al cuadro, le comentó al gran artista:
-       Holman, creo que en tu obra hay un error: la puerta no tiene cerradura
-       No es un error –repuso el pintor- , esa puerta no la necesita
-       ¿Por qué?
-       Porque se trata de la puerta del corazón del hombre, la cual sólo puede ser abierta desde el interior.


Feliz navidad, estimado lector. Un fraternal abrazo donde quiera que se encuentre.




[i] “El ágape y la traición” Proceso 02-12-2007
[ii]  Koch. H. Paul “La historia oculta del mundo” Edit. Planeta.  Pp. 192
[iii]  Razo, Juan Antonio. “Una historia puede cambiar tu vida” Edit. Hiperlibro Pp. 73
[iv] “Iglesia y escándalo”  Proceso 25-08-1997

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