lunes, 20 de febrero de 2012

Koch y el mito de la democracia

Artículo publicado en SDP Noticias


Hay escritores, que tienen el don de escandalizar con sus obras. Paul H. Koch es uno de ellos, pero no al nivel de Dan Brown y su multicitado Código Da Vinci. Nada que ver. En los planteamientos de Koch no hay sofismas, ni falsos datos ni conclusiones hechas a la ligera en aras de justificar un guión en el contexto de la mercadotecnia de nuestros tiempos.


El primer libro de Koch habla de los illuminati y su poder e influencia en el mundo a lo largo de la historia de la civilización tal y como la conocemos. No hablaré a detalle aquí de este libro, porque me interesa presentarle a usted, estimado lector, el retador planteamiento de Paul Koch respecto a la democracia en el mundo, plasmada en otra obra: “La historia oculta del mundo” y que demuestra que el fundamento de los denominados “gobiernos del pueblo” en el mundo, es un mito.

Si, son ideas revolucionarias y dice Koch que no aptas para ser comprendidas en su totalidad por la denominada masa crítica ¿será? Mire usted.

Las obras de este escritor, giran en torno a un concepto básico: Las cosas no son lo que parecen. Nunca.

La argumentación de Koch está basada en científicos e investigadores “políticamente incorrectos”, uno de los cuales es Solomon Asch, eminente representante de la escuela de la Gestalt  quien realizó un experimento en el cual un grupo de estudiantes debía observar con atención dos juegos de cartas y establecer correlaciones, tarea que realizaron con éxito, debido a que el ejercicio era muy sencillo; sin embargo, en la segunda parte del experimento entraron en acción miembros del equipo de investigación, encargados de comentar en voz alta opiniones que tenían que ser erróneas, porque el objetivo era comprobar hasta qué punto podían influir en la toma de decisiones.

¿Está usted listo, estimado lector, para conocer el resultado de este estudio? Tres de cuatro estudiantes aceptaron la influencia de las opiniones erradas a propósito y se dejaron llevar por el grupo, dejando de lado que sus opiniones y consideraciones personales eran las correctas.

El conformismo social, es un hecho

Dice Koch que el experimento anterior demostró por primera vez la existencia y el poder del llamado “conformismo social” : Los individuos comunes no suelen hacer ni decir, ni siquiera sentir, lo que en lo más profundo de su intimidad creen que es correcto, sino lo que hacen, dicen y sienten los demás…Y cuantas más personas hagan, digan o sientan de una manera determinada, aunque sea falsa o incluso perjudicial, con mayor facilidad se suman a la marea general.

¿Le suena todo esto, estimado lector, a estrategia electoral, guerra sucia y manipulación de masas y conciencias? Dice Koch que así opera el inconsciente humano. En masa, no en individuo, en lo general y no en lo particular.

Solomon Ash no fue el único en observar y comprobar el fenómeno anterior. Dan Ariely, catedrático del MIT  (Instituto de Tecnología de Massachussets) concluyó que “la información que nos facilitan otras personas, puede influir en nuestra percepción hasta un nivel muy profundo…con independencia de su veracidad”.

La “muchedumbre sicológica” y la “psicología de las multitudes”

El psicólogo francés Gustavo Le Bon, fue quien a finales del siglo XIX decretó y describió con escalofriante detalle el concepto de “muchedumbre psicológica”, según el cual nos gusta diluir nuestra identidad en la del grupo básicamente por dos motivos:

1.- Porque se nos permite renunciar a nuestra responsabilidad por lo que ocurra
2.- Porque vivimos la ilusión de ser tan fuertes como el mismo grupo

El ejemplo más recurrido es el de los hinchas de fútbol, que en solitario son personas amables e incapaces de dañar a nadie, pero en un partido decisivo y de máxima tensión pueden acabar atacando, golpeando y hasta asesinando a hinchas del equipo rival, hipnotizados por su servidumbre al grupo.

La democracia en tiempos de internet
                                               
Hasta aquí, estimado lector, podemos observar siguiendo la línea de pensamiento del autor, cómo lo que decide la mayoría no tiene por qué ser lo mejor, sino más bien lo contrario.

De hecho, los procesos electorales tal y como los conocemos en la actualidad, son el marco perfecto para la formación de muchedumbres sicológicas y en ese sentido, las redes sociales son un aliado indiscutible para aquellos dedicados a hacer campañas electorales influyendo en la mente del electorado y que evidentemente conocen todo lo que le acabo de comentar acerca de la influencia de la masa en el criterio del individuo: lo devora.

Y si lo anterior es verdad, entonces estamos hablando de que las muchedumbres psicológicas anulan la voluntad de los individuos que las conforman, al encaminarlos no como ciudadanos independientes, sino como meros “soldados” del “ejército político” de cada partido.

¿Usted qué opina, estimado lector?

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