sábado, 25 de febrero de 2012

Muertos en el clóset. Res pública y res privata


Cuando Hannah Arendt habla de la parte pública y privada en la antigüedad, contextualiza muy bien los tiempos de la Grecia clásica, donde la familia y lo sagrado convivían para delimitar milimétricamente lo privado de la cosa pública.

Arendt afirma: “(…) Lo privado se encarga de ocultar aquello que es por sí mismo “impenetrable al conocimiento humano”. Esta sacralidad no tenía que ver con un respeto a la ‘propiedad privada’ tal como lo entendemos nosotros. Lo sagrado de lo privado era, por eso, lo sagrado oculto, sustraído a los ojos de lo público, igual que la oscuridad del ‘inframundo’ desconocido del cual surgen y al retornan los mortales”

En ese orden de ideas, hoy en día la pregunta acerca de cuáles son los límites de “lo público” y “lo privado” no tienen respuestas tan sencillas. Esta pregunta, siempre actual, tiene como variables determinantes lo que en estos tiempos se entiende como “libertad de expresión” y “derecho a la información”.

En el marco de las campañas electorales, no se deja de cuestionar la dimensión ética de tal o cual noticia en aras de preservar el derecho a la privacidad de cualquier individuo, pero ¿esto es así? ¿en qué momento es no solamente ético, sino necesario hacer del conocimiento público cuestiones del ámbito privado de personas, asociaciones y empresas?

Son por lo menos dos, las situaciones que pretenden dar respuesta a esta cuestión:

1.- Cuando es el mismo sujeto quien promueve, busca y solicita entrevistas a su familia, su entorno, su  hogar. Es él quien abre una puerta que no podrá volver a cerrar. La paradoja del asunto es que quien así lo hace, después aboga por “privacidad” y “respeto” a un ámbito que calculadamente (por estrategia electoral, raiting o insensatez) pretendió utilizar a su favor. En ese sentido, la res privata dejó de ser sagrada, para convertirse en una mercancía más de consumo neoliberal.

2.- En Estados Unidos, las contiendas electorales harían ver a las campañas mexicanas como una guerra de párvulos. En ese país, cualquier dato de la vida personal de los políticos es meticulosamente diseccionado en aras de encontrar cualquier incongruencia entre el discurso y la vida personal. En ese sentido, es muy común observar a los contendientes “bajarse del tren”, cuando son descubiertos sosteniendo relaciones homosexuales o extramaritales por un lado y apoyando una postura conservadora, por otro.

Sin embargo, justo es decir, que en este tema, como en muchos otros, los mismos medios de comunicación no se pueden poner de acuerdo y apelan por ello a las denominadas “políticas editoriales”, que rigen los criterios en los cuales se aborda la noticia y se da a conocer al público.

Y es que dicho coloquialmente “en casa del jabonero, el que no cae, rebala”, porque aquí también se dan casos en los que aquellos que defienden un determinado tipo de “libertad de expresión”, después sostienen todo lo contrario, dependiendo de los vientos que soplen en su terruño. Así fue en el caso, por ejemplo, del conflicto entre La Jornada y Letras Libres, donde las denominadas “ponderaciones” establecidas por la corte, dejaron insatisfecho a más de un actor en el conflicto.

Alberto Tavira y el nuevo periodismo de espectáculos.

En el contexto del debate entre la cosa pública y la privada, destaca un nuevo tipo de periodismo de espectáculos, encabezado en mi opinión, por el joven Tavira, quien  ha sido toda una revelación en este sentido y ha establecido un particular paradigma en ese campo, hasta ahora considerado solamente de cotilleo intrascendente.

He seguido con atención su trabajo, sobre todo después de la entrevista realizada a la pareja presidencial Fox-Sahagún, “Los Fox. Su vida después de los Pinos”[i], por el que recibió el premio nacional de periodismo 2007 en la categoría de Noticia, porque el jurado consideró  “que el trabajo tuvo repercusiones que generaron debate nacional”[ii]


Y así fue, estimado lector.
La pareja presidencial, fiel a sí misma, prefirió ser ostentosa antes que prudente, frívola antes que sensible y ostentosa, antes que discreta ¿Quién no recuerda las muestras de indignación que rebasaron el límite cuando la cámara de diputados pidió cuentas de las camionetas que aparecían en el rancho del ex presidente Vicente Fox?

El estilo de Tavira no tiene falsas poses intelectuales ni de denuncia. Tal vez por eso me gusta tanto. Simplemente deja hablar al entrevistado, con respeto y empatía, valores tan necesarios hoy en día y más en un medio que parece extraído del Libro de la Selva.

Sugerente y entretenido es su blog Cuna de Grillos[iii], que se define como “(…) culebrón cibernético llamado Cuna de Grillos –inspirado en la famosa telenovela Cuna de Lobos-, Tavira se convierte en el villano por excelencia al sacar a la luz pública, gracias a su servicio personal de espionaje (CISEN), los amores y desamores, las traiciones, muertes e intrigas de la gran familia política mexicana”

Personalmente, le recomiendo la entrevista que le realizó a la señora Cocoa Calderón[iv] y en últimas fechas a Maude Versini[v].  Si algo es cierto, es que el CISEN de Alberto Tavira debería ser el oficial en este país. Así estarán las cosas.

Revistas del corazón ¿Garbage literacy?

Parece que no. Mire usted.

Es el Dr. Gregorio Hernández Zamora, quien abre el debate en México a través de su contestatario análisis [vi]“¿Quién define qué es leer? Un debate inexistente en México”[vii], mediante el cual establece:

Leer no es una cuestión de gusto o placer, sino un acto circular de identidad: uno se busca a sí mismo en lo que lee y uno se construye a sí mismo por lo que lee[viii]

En ese orden de ideas, no es un dato menor la popularidad de las revistas del corazón en México. El tiraje de Tv Notas , Tv y Novelas, CARAS, QUIEN, Hola y GENTE, entre otras, evidencia un enorme mercado cautivo de consumidores que leen “a escondidas” esas “revistas de chismes”.

Sin embargo, se debe tener la capacidad de ver más allá del simple cotilleo. Si como dice Marshall McLuhan, “El mensajero es el mensaje”, ¿cuál es la importancia entonces de presentar, por ejemplo, a las esposas de los presidenciables como trofeo mediático, cuyo valor y trascendencia se basa en el estereotipo de la belleza frívola que ostenta la mujer que “detrás del hombre” constituye un logro más en la carrera de quien se vende como un político exitoso?

En otros países, resultaría contraproducente mostrar en sociedad “a la nueva” esposa, pero aquí se apela a la corta memoria que tiene el ciudadano mexicano. En el caso de Creel, por ejemplo, se debe considerar que se trata de la segunda esposa oficial, después de un sonado romance con una famosa actriz y una hija apenas reconocida. ¿Es necesario que el público sepa eso? Ellos piensan que sí…y mientras esto prevalezca, entonces no habrá tal cosa como “guerra sucia basada en la vida personal”, porque los límites entre la cosa pública y la privada se han diluido en aras de lo que algunos políticos entienden como “popularidad”. Entonces que no se quejen.


¿Usted qué opina, estimado lector?

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