“En
muchos países los cristianos se ven privados de los derechos fundamentales y
marginados de la vida pública. En otros países, sufren ataques violentos contra
sus templos, sus hogares y su vida”
Benedicto
XVI
Dice el Santo Padre que
hay dos formas de persecución:
Aquella en la cual la ley margina a los cristianos de la vida pública y los
considera ciudadanos de segunda clase y otros más donde hay persecuciones
específicas que les cuestan la paz, la seguridad y finalmente la vida a quienes
profesan la fe cristiana.
Cualquiera pensaría que
los tiempos de Dioclesiano o Nerón, han sido superados y que en este momento,
la modernidad de repente ha vuelto al mundo más tolerante, más libre, más open minded y esto no es así. Mire
usted.
La investigación
realizada por el instituto de sondeos de tendencias religiosas y sociales, el Pew Forum[i],
recientemente publicó que los cristianos son perseguidos en 133 de los
196 países del mundo.
En 2010, en Nigeria,
miles de cristianos entre ellos mujeres embarazadas, ancianos y niños, fueron
quemados vivos[ii] por
los musulmanes sunitas, pero hay más. En otros países como Corea del Norte, son
aceptados los cristianos de Cáritas, que conforman redes de
ayuda y alimentos, provenientes de Corea del Sur; paradójicamente, si algún
cristiano es descubierto en ese país, es inmediatamente sentenciado a muerte.
Triste, si tenemos en cuenta que esta región fue considerada alguna vez como “La
Jerusalén de Asia”.
Sin embargo, hay quien
piensa todavía que estos son hechos aislados en países que todavía son
dominados por cotos de poder religiosos. Por supuesto lo anterior implica que no se es capaz de reconocer las formas mucho
más sofisticadas de persecución y exclusión de los cristianos en el denominado
“mundo civilizado”
En Francia, estimado
lector, en un lugar público, no puede llevar ningún ornamento que pueda ser
interpretado de forma religiosa. Usted no puede utilizar la burka musulmana, no
puede portar la kipá judía y tampoco usar una cruz.
Mucha gente que ni
siquiera es cristiana, protestó, en aras del uso ornamental del símbolo
sagrado, entonces el país de la libertad,
la igualdad y la fraternidad, decidió que si usted, estimado lector, puede demostrar que la cruz que porta es una
joya, entonces la puede usar. Si representa algo más para usted, algo
sagrado, digamos, se la debe quitar. Susceptibles, los intelectuales
ilustrados.
“(…)Que la misma mujer pueda ser multada en Arabia Saudí por acudir “con
pantalones” a un juzgado, y al día siguiente (si viaja) ser multada en Francia
por llevar un pañuelo o un velo en Francia. Todos prohibiendo “por su bien”(…)”
Gudrun Kugler ha investigado y
publicado las tendencias anti cristianas presentes en Europa, escondidas bajo
las banderas de la democracia, el secularismo y la República. En su último
informe de 2011, señala que en Europa, España e Inglaterra son los dos
países donde se persigue al cristianismo de forma encarnizada.
En el gobierno de Rodríguez
Zapatero, se dio un anticlericalismo militante brutal en los términos de los supuestos iluminados
socialistas en ese país. La cantidad de obras de arte sacro que han sido
destruidas sólo por contener material “militante”, bajo la premisa de “eliminar los recuerdos de la guerra civil
española” es del todo injustificable.
Hay un especial encono a
la denominada “Cruz franquista”, como si este símbolo sagrado perteneciera a
quien hace uso de él motu propio.
En España, a diferencia
de Francia, se permite la burka, pero se prohíbe el uso de la cruz en espacios
considerados “públicos”, como si la sola presencia de este símbolo sagrado,
contaminara el ambiente jacobino de aquellos que se desgarran las vestiduras
invocando la secularización del Estado. Puras incongruencias, pues.
“Eso no está pasando”, “eso no existe”, “Aquí no pasa nada”
La “prensa secular”,
autodenominada objetiva, laica y profesional, rara vez articula y presenta a la
opinión pública las consecuencias de la persecución religiosa. Esto es completamente
ignorado porque se asume que simple y sencillamente, no existe tal cosa como
“persecución religiosa en contra de los cristianos”
¿Sabe usted cuál es la
forma más perversa de “laicismo”? Aquella que, como dice Gudrun Kugler, se
disfraza de un secularismo tan políticamente correcto que raya
en el totalitarismo. A los cristianos se les persigue por razones de carácter
religioso, pero también por razones político ideológicas.
Ésta es la verdadera
Edad Media, estimado lector.
México no es la excepción.
Aquí, algunos políticos son joyas que ejemplifican en sí mismos que no importa
cuán aberrante, misógina, contradictoria o incongruente sea su conducta, o sus
declaraciones, siempre y cuando blasfeme, denigre o difame a cuanto hay de
religioso y sagrado, entonces se le considera lo suficientemente “avant garde” y “progresista” como para ser aplaudido por los “laicos” jacobinos.
Así de penoso está el asunto.
Massimo Introvigne
Éste reconocido
sociólogo es uno de los intelectuales más influyentes de Europa. Introvigne
forma parte además del organismo para la seguridad y cooperación europea.
Recientemente, fue nombrado presidente de “El Observartorio para los casos de
persecución religiosa”.
Justo es decir
que la Unión Europea niega que exista tal cosa como una “persecución
religiosa”, sin embargo Introvigne ha demostrado que no solamente existe, sino
que es encarnizada y los mecanismos para suprimir la Fe son tan sofisticados,
que parece que realmente no pasa nada.
En una
investigación realizada entre el 2005 y el 2010, reveló más de tres mil
violaciones de los derechos de los cristianos en Europa. En ese contexto, el
sociólogo agrupó lo anterior en estas categorías:
1.- Eliminación de símbolos religiosos a la fuerza
2.- Prohibición de utilizar símbolos religiosos
3.- Falta de protección contra ataques verbales o
periodísticos aduciendo “libertad de expresión”
4.- Discriminación en los centros de trabajo bajo la
acusación de “intolerantes” y “homofóbicos”
5.- Rechazo a la participación política bajo la acusación de
la violación de la separación Iglesia-Estado.
Estamos de acuerdo
en que las personas deben ser libres para decidir si profesan o no religión
alguna. Sin embargo, hoy en día es mucho más fácil ser “laico” que cristiano.
En la academia,
por ejemplo, el sólo hecho de profesar una religión, hace que inmediatamente
surjan las etiquetas y los estereotipos: “¡pero tú, tan inteligente y tan
mocha!”, “¿intelectual de izquierda y católica? Eso no existe”. Tal cual.
¿Usted qué opina,
estimado lector?
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