lunes, 20 de febrero de 2012

Encuestas. Popularidad vs capacidad


No entiendo qué valor tienen las encuestas, si tirios y troyanos las descalifican y al final son sólo parte de una simulación mediática que legitima un antidemocrático “dedazo” de alguien que detrás del escenario dirige los hilos y entresijos de los personajes que aparecen a cuadro.

Por otro lado, ¿qué se pretende demostrar en una encuesta? ¿la popularidad de un candidato? ¿el carisma? ¿la identificación mediática que el público tiene de éste? Y si esto es así ¿qué tiene esto que ver con la capacidad del interfecto para gobernar, establecer acuerdos, detonar inversiones, solucionar problemas?

Con el ex presidente Fox quedó demostrado que el candidato más carismático, no siempre es el mejor gobernante. Sin embargo, se dio cuenta del poder mediático de las encuestas y vivió pendiente de ellas hasta el último día. De hecho, algunos analistas dicen que “gobernó” en base a ellas. No tomó decisión alguna que rasguñara la “popularidad” que evidenciaban estos instrumentos de medición de fama mediática.

Como siempre sucede, fue el mismo “carisma” del ex presidente (grosero, barbaján, voluntarioso, pendenciero, pagado de sí mismo) la lápida que sepultó su sexenio. “La pareja presidencial” y “el desafuero” son dos temas que seguramente las encuestas revelaron al atractivísimo político, que ser y parecer son dos cosas totalmente distintas.

He seguido con atención la selección del candidato de las izquierdas para gobernar el DF y, con todo respeto, debo decir que parece más un circo mediático que una plataforma seria donde los pretensos den a conocer verdaderamente sus plataformas de gobierno y de hecho, el mismo modus operandi relativiza lo anterior en aras de medir la “popularidad” de los aspirantes.

¿Las izquierdas?

El tema del candidato de izquierda para dirigir los destinos de la ciudad de México, no es menor, tomando en cuenta lo que esta ciudad representa en el contexto de las próximas elecciones presidenciales.

Sin embargo, el término “izquierda” es un significante vacío que de tanto que pretende abarcar, termina por no significar nada y en ese sentido, la posición de los aspirantes no queda del todo clara. Mire usted.

Por ejemplo ¿Es factible, en ese sentido, comparar a Mancera con Martí? El primero dijo que era de izquierda porque usaba el transporte público y fue a una escuela pública, mientras que el segundo fue despedido de su puesto por haber criticado al Jefe de Gobierno en el contexto de un acuerdo suscrito entre los partidarios del señor AMLO para cerrar filas en contra de lo que denominaron “el gobierno ilegítimo del espurio Felipe Calderón”. ¿A quién se puede considerar entonces “de izquierda”, estimado lector?

Cierto es que las encuestas y el posicionamiento político no necesariamente evidencian un aspirante competente para determinado puesto político, pero estamos hablando y lo reitero, del candidato de las izquierdas ¿o no?
En ese orden de ideas, ¿Se puede medir el nivel de popularidad real que existe entre Barrales y Mancera? Y si la respuesta es afirmativa ¿Es posible diferenciar la capacidad de gobernar la ciudad de México por la exposición mediática de los aspirantes al puesto de las izquierdas para ocupar el puesto de jefe de gobierno?

La inevitable ruptura

La sabiduría popular, tiene un dicho: “la soga siempre se rompe por lo más delgado”.

Ya se veía venir la ruptura de entre los aspirantes de izquierda a la jefatura del DF y ayer se dio a conocer la noticia de que  el equipo político de Barrales, encabezado por el diputado local Fernando Cuéllar, se retiraba de la mesa del Frente Diálogo por la Reconstrucción Nacional.[i]

Esto debido a una declaración hecha en España por Alejandro Rojas, en su calidad de Secretario de Turismo de la Ciudad, en la que daba como triunfador de la encuesta a Miguel Ángel Mancera

Por todo lo anterior, ¿Qué se espera de la izquierda de este país? Congruencia.

Si van a elegir al candidato que representa su postura ideológica, lo que sea que eso signifique, por lo menos que no insulten la inteligencia de quienes señalan que ya hubo acuerdos para la selección del mismo, al más puro estilo caciquil, ese que ellos tanto han denunciado.

¿Usted qué opina, estimado lector?

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