En estos
momentos, existe gran indignación en el mundo de las letras mexicanas. Se ha
entregado un importante premio a un reconocido plagiario. Así, sin pudor, como
suelen suceder las cosas en la academia y en la prensa de nuestro país.
Ayer, en su
artículo “la celebración del plagio”[i],
el señor Silva-Herzog comentó acerca de la entrega del premio Xavier
Villaurrutia a Sealtiel Alatriste, cuyos plagios han sido ampliamente
documentados. Cabe resaltar que Alatriste funge además en estos momentos como
el responsable de Difusión Cultural en la UNAM y, por supuesto, más de un
despistado ha interpretado la denuncia en contra del plagiario como “un ataque a la máxima casa de estudios” (¿?)
Los hijos de Jack Sparrow[ii]
Una vez desgarradas
las vestiduras, justo es decir que en el mundo de la academia, el plagio es más
la norma que la excepción. Guadalupe Loaeza, Héctor Aguilar Camín y José
Saramago son sólo un botón de muestra de estas lamentables prácticas.
Y justo es decir,
estimado lector, que “en casa del jabonero, el que no cae, resbala”. Lo
trascendente de estos casos es que deja en la mente del público la pregunta:
“si plagió estas líneas ¿Qué más habrá plagiado?”
Un ejemplo de lo
anterior, son Denise Dresser y Jorge Volpi, quienes representan al intelectual
fariseo que señala con una mano “lo que está mal”, mientras que con la otra no
tiene escrúpulo alguno en utilizar aquello que justo denuncian.
Los
dos pertenecen a la constelación que integra la élite intelectual mexicana. Fue
León Krauze a través de la publicación “Letras libres”, quien prácticamente
destrozó la obra de estos dos brillantes escritores: "México. Lo que Todo Ciudadano
Quisiera (no) Saber de su Patria", porque señaló el texto como
una copia rampante del brillante trabajo (que casi es nominado para el
Pulitzer) de John Stewart : “America: The book”. El portal zetaonline dice:
“(…)Krauze lo describe mejor así: "Stewart es un
bicho raro. Un genio mediático capaz de romper barreras generacionales para
apelar, a través de la televisión, a un público amplio y diverso".
Más adelante, remata: "La fórmula de Dresser y Volpi
parece infalible: recoger las ideas de Stewart, adaptarlas a México y, voilá, éxito seguro. Que aparentemente
nadie le haya avisado al propio Stewart es lo de menos".
Después, la innegable similitud es analizada comenzando
con los títulos:
"El libro de Stewart se llama America, el de Dresser
y Volpi, México. Ambos pretenden ser libros de texto ("gratuito",
agregan chispeantes los mexicanos)".
"El libro de Stewart comienza con un prólogo de
Thomas Jefferson, el de Dresser y Volpi con uno de Benito (`Benny´)
Juárez".
La comparación, en este caso obligada, no termina ahí.
Por ejemplo, Krauze apunta que el capítulo 5 de Stewart coincide con el Capítulo
6 de Dresser y Volpi hasta en el tema: "El Poder Judicial". Igual
sucede con los capítulos 7, de Stewart, y 9, del dúo dinámico, ambos
referencias a "Los Medios. Etcétera, Etcétera.
La lista se prolonga de una manera vergonzosa hasta
romper la estructura reproducida con santo y seña por los mexicanos que días
después aceptaron su mea culpa, al decir que en verdad lo que habían hecho era
retomar la idea del autor estadounidense y trasladarla a la realidad mexicana.
Lo curioso es que cuando
el texto apenas fue dado a conocer, Dresser y Volpi hicieron gala de su ingenio
y hasta se ofendieron por la supuesta censura a la que fueron sujetos(…)”
Bourdieu y los campos del conocimiento
La política no es
muy diferente de la academia. En un ámbito existen los partidos políticos y en
el otro existen los denominados “campos de conocimiento”, que no son otra cosa
que cotos de poder defendidos mezquina e indignamente por los guardianes de
parcelas de conocimiento anacrónicas, ilógicas e inoperantes. ¿Sabe usted que
un investigador de la UNAM gana más que un senador? ¿Cómo aterriza en la vida
diaria del mexicano promedio el trabajo de los políticos de bufet y de los
investigadores de diván? ¿Cuánto cuesta a México la manutención de privilegios y
cotos de poder en aras de la preservación del statu quo y la “paz social”?
Cuando comencé la
Maestría, tenía dudas acerca del debate modernidad/posmodernidad, por ello
decidí contactar a un reconocido investigador del campo educativo y
entrevistarlo en la ciudad de México. Avisé a la Coordinadora y ella no hizo
mayor comentario, sugerencia o recomendación.
Antes de
recibirme, el académico me mandó a leer cinco libros y siete ensayos de su
autoría, cuestión que llevé a cabo con gusto y sin problema. Justo es decir que
en todo momento, su trato fue excelente, muy caballeroso y atento…hasta que
empezaron las preguntas.
Yo no sabía que
este investigador representaba y defendía una postura a favor de la modernidad
y “los de su equipo” también. Ellos niegan que exista la posmodernidad en
México y por ende otras formas de realizar investigación en el campo educativo.
La genealogía de Foucault, por ejemplo, no es opción y su negativa a abordar
siquiera el debate, fue cuestión de supervivencia académica.
Estos “eruditos”
consideran “neófitos” a los estudiantes, lo que implica una perspectiva
totalmente diferente de abordar el proceso de enseñanza-aprendizaje. Imposible
desde su pedestal, asumir la humildad de Paulo Freire cuando estableció que no
existe “el maestro” ni “el estudiante”, sino el educando y el educador y que
nadie educa a nadie, todos nos educamos en comunidad.
Los intelectuales
del campo, no pretenden construir nuevo conocimiento, sino conservar las cosas
tal cual en aras de la preservación de su hegemonía en el campo. Para
sobrevivir tienen que denostar, ridiculizar y bloquear a todo ente pensante que
rete su anacrónico coto de poder.
Los premio nobel
de medicina en 2005, entienden perfectamente de lo que estamos hablando.[iii]
Los hijos de Ícaro[iv]
Ícaro atenta
contra el statu quo de los hijos de Jack Sparrow, porque cuestiona, interpela y
reta las anquilosadas parcelas de conocimiento que éstos defienden en aras de
la preservación de privilegios, reconocimientos y prebendas.
Lo que sucedió
con Sealtiel Alatriste es una vergüenza. Van perdiendo el pudor. Fue un premio
entre cuates que ofende a todo aquel que ejerce un trabajo intelectual y lo
defiende desde su entendimiento. No se vale, pues.
El sistema
educativo está hecho para eliminar todo Ícaro de las aulas de nuestro país.
Pensar no solamente está prohibido, sino que es severamente castigado. En
nuestra sociedad, el diferente, el preguntón, el soñador y el artista rara vez
tienen el lugar que se merecen o son apreciados como potenciales
revolucionarios del mundo.
Cuando abordo
temas como estos, siempre recuerdo esta canción. No sé por qué.
“En algun lugar de un
gran País
Olvidaron construir
Un hogar donde no queme el sol
Y al nacer no haya que morir…
Y en las sombras
Mueren genios sin saber
De su magia
Concedida, sin pedirlo
Mucho tiempo antes de nacer(…)”
Olvidaron construir
Un hogar donde no queme el sol
Y al nacer no haya que morir…
Y en las sombras
Mueren genios sin saber
De su magia
Concedida, sin pedirlo
Mucho tiempo antes de nacer(…)”
Así las cosas
¿usted qué opina, estimado lector?
No hay comentarios:
Publicar un comentario