Guy de Maupassant
escribió más de 300 cuentos, relatos o novelas cortas, en un periodo
comprendido entre 1880 y 1890.
En esta ocasión,
estimado lector, le presento un libro que constituye un magnífico compendio de
la obra de Maupassant, que el editor, Mauro Armiño ordena de una forma tal que
cada uno de los personajes principales de las narraciones del escritor, todas
ellas mujeres, representan algún tema seleccionado a discreción del mismo: los
celos, el amor, el adulterio, el infanticidio, el libertinaje, el matrimonio,
la prostitución, entre otros.
Le recomiendo que
comience con Bola de Sebo, La tía Sauvage, El sustituto y Un sabio,
pero cualquiera que sea la narración que usted elija, estimado lector, lo
cierto es que Maupassant le introducirá en una sociedad que, igual que hoy en
dia, tiene características que la definen, con actos sublimes u horrorosos que
finalmente nos hacen exclamar: “Así es la vida”
Sin embargo, no
hay nada moralizante o pedagógico en las obras de Maupassant. No pretende
adoctrinar al lector ni darle lecciones de comportamiento. Como buen
naturalista, sólo describe lo que ha visto, escuchado o leído según los cánones
de su época.
El collar
No puedo resistir
la tentación de contarle a usted esta historia, estimado lector.
So pena de ser
reduccionista al extremo, trataré de resumir este extraordinario cuento de
Maupassant, tratando de evidenciar el genio narrativo detrás de estos cortos
relatos que demuestran una maestría insuperable para introducir al lector en la
historia que pretende contar.
El collar es la
historia de una mujer muy hermosa que contrajo matrimonio con un hombre
modesto, pero muy trabajador. Siempre pretenciosa y sabedora de la belleza que
poseía, la mujer anhelaba pertenecer a un mundo que reconoce jamás será de
ella, porque no tiene los medios económicos para lograrlo.
Un día, al llegar
del trabajo, su esposo le muestra una invitación. Se trata de una fiesta a todo
lujo para determinados empleados que tendrán la oportunidad de convivir con los
más altos personajes de la sociedad de la época y sus familias. La mujer se
emociona. Pedirán un préstamo para comprar un vestido ad hoc a la ocasión, pero
horrorizada descubre que le hace falta un collar.
Sin embargo,
recuerda que su amiga de toda la vida, que goza una envidiable posición
económica, puede prestarle ese accesorio que necesita y sin el cual, su belleza
desmerecería en medio de tantas damas de sociedad que rivalizarán por mostrar
quién posee el collar más deslumbrante.
El caso es que su
amiga le presta un collar extraordinariamente bello.
Evidentemente, la
mujer fue el centro de atención de la fiesta. Damas y caballeros presentes
quedaron deslumbrados por su belleza, porte y distinción.
Y todo hubiera
sido un sueño, de no ser por la pesadilla en la que se convirtió el hecho,
cuando se dieron cuenta de que la mujer había extraviado el collar.
Lo tendrían que
pagar. Y tendrían que trabajar años para hacerlo. Compraron otro collar, por el
cual firmaron letras que los endeudaron de por vida. La amiga ni siquiera
prestó atención cuando la mujer le devolvió el collar.
Tuvieron que
cambiarse de casa a un pequeño cuarto con los mínimos requerimientos. El marido
llegó a trabajar tres turnos. La mujer envejeció prematuramente. Su belleza dio
paso a un gesto adusto que reflejaba una vida dura y llena de carencias, pero
no dejaron de pagar las letras del collar, hasta que finalmente liquidaron la
deuda.
Muchos años
después, se encontró la mujer a la amiga que le prestó el collar, en un parque.
Ésta casi no podía creer la transformación de la otrora belleza y le preguntó
el por qué de tan dura vida. Por supuesto, le confesó que había trabajado
durante muchos años para poder pagar el collar que le había prestado.
La amiga sonrió y
le dijo: “pero si el collar que te presté era una baratija. No eran diamantes
reales. Valía apenas unos cuantos francos”.
¿Qué le pareció
el cuento, estimado lector?
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