lunes, 20 de febrero de 2012

Guy de Maupassant y sus mujeres



Guy de Maupassant escribió más de 300 cuentos, relatos o novelas cortas, en un periodo comprendido entre 1880 y 1890.

En esta ocasión, estimado lector, le presento un libro que constituye un magnífico compendio de la obra de Maupassant, que el editor, Mauro Armiño ordena de una forma tal que cada uno de los personajes principales de las narraciones del escritor, todas ellas mujeres, representan algún tema seleccionado a discreción del mismo: los celos, el amor, el adulterio, el infanticidio, el libertinaje, el matrimonio, la prostitución, entre otros.



Le recomiendo que comience con Bola de Sebo, La tía Sauvage, El sustituto y Un sabio, pero cualquiera que sea la narración que usted elija, estimado lector, lo cierto es que Maupassant le introducirá en una sociedad que, igual que hoy en dia, tiene características que la definen, con actos sublimes u horrorosos que finalmente nos hacen exclamar: “Así es la vida”

Sin embargo, no hay nada moralizante o pedagógico en las obras de Maupassant. No pretende adoctrinar al lector ni darle lecciones de comportamiento. Como buen naturalista, sólo describe lo que ha visto, escuchado o leído según los cánones de su época.

El collar

No puedo resistir la tentación de contarle a usted esta historia, estimado lector.

So pena de ser reduccionista al extremo, trataré de resumir este extraordinario cuento de Maupassant, tratando de evidenciar el genio narrativo detrás de estos cortos relatos que demuestran una maestría insuperable para introducir al lector en la historia que pretende contar.

El collar es la historia de una mujer muy hermosa que contrajo matrimonio con un hombre modesto, pero muy trabajador. Siempre pretenciosa y sabedora de la belleza que poseía, la mujer anhelaba pertenecer a un mundo que reconoce jamás será de ella, porque no tiene los medios económicos para lograrlo.

Un día, al llegar del trabajo, su esposo le muestra una invitación. Se trata de una fiesta a todo lujo para determinados empleados que tendrán la oportunidad de convivir con los más altos personajes de la sociedad de la época y sus familias. La mujer se emociona. Pedirán un préstamo para comprar un vestido ad hoc a la ocasión, pero horrorizada descubre que le hace falta un collar.

Sin embargo, recuerda que su amiga de toda la vida, que goza una envidiable posición económica, puede prestarle ese accesorio que necesita y sin el cual, su belleza desmerecería en medio de tantas damas de sociedad que rivalizarán por mostrar quién posee el collar más deslumbrante.

El caso es que su amiga le presta un collar extraordinariamente bello.

Evidentemente, la mujer fue el centro de atención de la fiesta. Damas y caballeros presentes quedaron deslumbrados por su belleza, porte y distinción.

Y todo hubiera sido un sueño, de no ser por la pesadilla en la que se convirtió el hecho, cuando se dieron cuenta de que la mujer había extraviado el collar.

Lo tendrían que pagar. Y tendrían que trabajar años para hacerlo. Compraron otro collar, por el cual firmaron letras que los endeudaron de por vida. La amiga ni siquiera prestó atención cuando la mujer le devolvió el collar.

Tuvieron que cambiarse de casa a un pequeño cuarto con los mínimos requerimientos. El marido llegó a trabajar tres turnos. La mujer envejeció prematuramente. Su belleza dio paso a un gesto adusto que reflejaba una vida dura y llena de carencias, pero no dejaron de pagar las letras del collar, hasta que finalmente liquidaron la deuda.

Muchos años después, se encontró la mujer a la amiga que le prestó el collar, en un parque. Ésta casi no podía creer la transformación de la otrora belleza y le preguntó el por qué de tan dura vida. Por supuesto, le confesó que había trabajado durante muchos años para poder pagar el collar que le había prestado.

La amiga sonrió y le dijo: “pero si el collar que te presté era una baratija. No eran diamantes reales. Valía apenas unos cuantos francos”.


¿Qué le pareció el cuento, estimado lector? 

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