El enfermo está
delicado. Urge encontrar el antídoto a su dolor. Los especialistas están
francamente preocupados, porque aunque ya están de acuerdo en cuáles son los
problemas que hay que atacar, temen que no sea suficiente el hecho de haber
descubierto las enfermedades a tiempo.
Y es que no hay
sólo una enfermedad. Son varias.
El punto es que
se debe decidir qué dolencia atacar primero, el tipo de medicamento para
administrar al paciente y la dosis exacta de aplicación, en aras de que el
enfermo muestre franca mejoría y además, cese el dolor crónico que afecta a las
familias que representa, la sociedad que lo conforma y la vida productiva que
lo sostiene.
Un paso en falso
y el paciente muere, porque lo único cierto es que no será capaz de soportar
más dolor.
En función de los
posibles efectos que producen, los galenos han clasificado los únicos tres medicamentos
que existen en el mercado a disposición del enfermo. Mire usted.
El antibiótico
Es considerado la
mejor opción por los que piensan que el primer síntoma a combatir es la
infección causada por la bacteria “corruptitis
necrosante” que ha invadido casi todas
las células del cuerpo del paciente.
Sin embargo, los
científicos todavía no han encontrado la penicilina del amor.
Las
investigaciones más recientes afirman que existe un producto similar fabricado
en la República del Amor, pero se encuentra en fase experimental. Los
especialistas no saben cuáles serán los efectos secundarios de este
medicamento.
Hasta el momento,
una de las ventajas que ofrece es que 56 millones de pobres pueden tener la
esperanza de un verdadero cambio, pero hay tanto por hacer que no es factible
que el medicamento sea eficaz sin que el paciente también asuma con
responsabilidad y coraje la parte que le corresponde para lograr recuperarse de
las dolencias que lo aquejan.
El problema es
que algunos expertos consideran que esta medicina es un producto milagroso, de
esos que acaba de vetar el presidente Felipe Calderón.
El 1080
Dice Jesús Silva-Herzog
Marquez
“Enrique
Peña Nieto es un frasco sin etiqueta porque carece de contenido propio. Puede
ser garrafón de gasolina, una olla de sopa vieja o una botella de cocacola.
Peña Nieto será lo que otros viertan en el recipiente. Es un envase, un frasco
vacío. ¿Alguien puede dudar del peligro que significa beber de un frasco sin
nombre? Lo advirtió Manlio Fabio Beltrones y creo que tiene razón: un político
sin ideas es un político peligroso. Si el atractivo del candidato único del PRI
es estrictamente formal (una imagen, una carátula, un actor que representa el
papel de un político joven), sus respaldos provienen de su vacuidad. No es raro
que así sea. ¿Qué mejor para los grupos de interés en México que patrocinar a
un político atractivo que no presenta el inconveniente de pensar por sí mismo?
Conforme pasa el tiempo, parece claro que el escándalo de los libros no fue un
resbalón menor”[i]
Ante
la brillante exposición del autor, queda clara la idea, estimado lector, de que
ésta opción no puede ni siquiera ser considerada como un medicamento. Si los
doctores eligen esta opción, el paciente morirá. Sin duda.
Sin
embargo, hay quien piensa que se puede construir sobre el cadáver primero y las
cenizas después de quien ha soportado estoicamente 70 años de dosis
prácticamente letales de esta “medicina”, pues apuestan a que podrá resistir
otros seis años de lo mismo, sin asumir, por ignorancia o conveniencia, que
esta vez la dosis será letal.
El analgésico genérico
Por supuesto, hay
quien opina que el tratamiento debiera ser a base de paliativos mediáticos que
vayan aliviando primero al paciente, mientras la cura puede esperar.
Este medicamento
es, en esencia, lo mismo pero más barato. En medio de una estrategia unilateral
propiciada por la guerra de medicamentos, donde los grandes laboratorios
farmacéuticos, anteponen sus intereses a la salud del enfermo, pasando por alto
el dolor crónico que han provocado en su víctima, esta opción no parece ser la
más saludable.
Por todo esto, el
diagnóstico no puede ser más desalentador. Si se decide continuar con este
tratamiento, el paciente indudablemente caerá en coma irreversible.
El
karma se hace presente en tanto quienes decidirán el tratamiento que deberá
recibir el enfermo, han sido educados por un sistema que apuesta por un
ciudadano cuya formación cívica sea tal, que no le signifique nada vender o
transar el voto y que fue avalado desde el primer momento por quienes pretender
solamente paliar la situación del enfermo, sin considerar el dolor crónico o la
gravedad del mismo.
La medicina alternativa
Hay quien recomienda
no votar por ninguna de las opciones anteriores que están disponibles en el
mercado para tratar la enfermedad del paciente y optar por la medicina
alternativa, cuya efectividad, en muchos casos, no es concluyente.
En cualquier caso, el tratamiento que el enfermo necesita
debe contener, en la receta, un
proyecto, un liderazgo con dirección y objetivos claros que le permita mejorar
paulatinamente para ser sano y fuerte, como alguna vez aspiraron quienes le
vieron nacer.
¿Usted qué opina,
estimado lector?
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