jueves, 27 de octubre de 2011

Adelante, Sicilia

ARTÍCULO PUBLICADO EN SDP NOTICIAS


Me pregunto si quienes critican la postura del poeta pensarían igual si este hubiera aceptado la propuesta que le hizo el senador Ricardo Monreal a nombre del señor Andrés Manuel López Obrador[i] para ser candidato al Senado de la República o aspirante al gobierno de Morelos, con todo el apoyo del Movimiento de Regeneración Nacional, Morena.

La lucha de Javier Sicilia no está en la lógica electoral y no es nueva. Él no es político y siempre ha manifestado que la representación partidista no es democracia, sino una simulación de ella, porque ya no es el pueblo quien determina, ordena y dirige su vida en el ejercicio del poder, sino otro que hace como si actuara en lugar suyo.

Desde los años 80, Javier Sicilia escribe y milita a favor de los desposeídos, de los que nada tienen y a nadie importan, porque como dijo Joseph Stalin “La muerte de una persona es un hecho trágico, pero la muerte de miles, es simple estadística”. Entre los logros del poeta está el hecho de haber puesto rostro y nombre a las víctimas de la violencia de Estado.

Sicilia y Solalinde

Resultados como los que Sicilia ha logrado a través de su movimiento, no los ha tenido ninguno de los actores políticos hoy en día y ha acompañado además, al valiente sacerdote Alejandro Solalinde en su lucha a favor de los migrantes.

Por cierto, amable lector, ¿Ha visto usted al sacerdote Solalinde cuestionar al señor Genaro García Luna? Jamás lo injuria, menos lo ofende…pero ni falta hace. A través de una profunda sabiduría y convicción de lo que se dice, el valiente personaje hace valer su voz y nadie puede permanecer impávido después de escucharlo. Llama a cuentas al servidor público con datos, cifras y una autoridad moral incuestionable.

Éste frágil hombre de fe cimbra a propios y extraños, porque aparte pide perdón a los criminales (de gobierno y sociedad) a nombre de una iglesia elitista e indiferente que no supo formar en ellos el amor al prójimo y de los ojetes que no ayudan al hermano migrante.

Quien admira a personajes políticos impresentables, que secuestran congresos, que difaman, agreden y calumnian, que además se quejan de que los medios de comunicación no dan cobertura a “su lucha”, que a través de su cuenta de twitter, militan por “la justicia” y ofenden a tirios y a troyanos y además pretenden engañar al pueblo con demagogia pura, al viajar en metro pero poseer vehículos último modelo, reflejan el nivel de incongruencia de la “lucha” que representan. Por eso, jamás comprenderán la lógica del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad[ii].

Éstos personajes, apuestan por un pueblo que se deja avasallar por el canto de la sirena, por la memoria selectiva que hace pedir cuentas a unos, pero solapar a otros, que dentro de su movimiento, representan justamente eso que ellos denuncian, haciendo patente que la sentencia: “para mis amigos, todo, para mis enemigos, la ley” aplica para todos los actores políticos de todas las ideologías.

El diálogo. Ese difícil proceso

Si, es mucho más fácil dividir, ofender, denostar y agraviar profundamente al adversario a quien por cierto no se le concibe como al hermano con el que se tienen diferencias graves y profundas, sino como el enemigo que hay que destruir a como dé lugar y si hay que construir, que sea sobre sus cenizas.

Aquellos que no comprenden la lucha de Sicilia y consideran que lucra además con la muerte de su hijo, no han leído sus textos y por ende no tienen los elementos para conformar un criterio válido acerca del poeta y el movimiento que encabeza.

Sicilia y la democracia. Los orígenes del movimiento

A través del poeta, es posible comprender a Douglas Lummis, quien afirma que “La democracia no es un ´sistema´ sino un proyecto histórico que la gente (no los partidos ni los ´candidatos´) manifiesta luchando por él”; a Jean Robert, que dice que “la fe democrática es una virtud que consiste en atreverse a confiar en el otro sin tener la entera seguridad de ser correspondido”. Podemos reencontrarnos con Gandhi, quien dijo y demostró que “la desobediencia civil es la llave del poder” Y es que el poeta afirma que un pueblo que desobedece cuando se le traiciona, es un pueblo cuya voluntad jamás será traicionada.

A través de los textos de Sicilia, se entiende que el Estado no debe ser el Leviatán de Hobbes, sino un frondoso árbol bajo cuya sombra los pueblos y las comunidades ejercieran su poder. También puede usted maravillarse con la obra de Guillermo Bonfil “México profundo” y comprender que las disputas que a lo largo de la historia ha vivido nuestro país, son hijas de la contradicción que existe entre el México imaginario y el México profundo.

Además, admirar a  Albert Camus, a través de quien el poeta sostiene que “el fascismo y el marxismo, terminan por destruirse a sí mismos por el precio que terminan por costar”. Puede usted, reencontrarse con Thoreau, un antecedente de Gandhi en los Estados Unidos, quien desarrolló la resistencia civil como medio para oponerse a las decisiones imbéciles de las mayorías, porque como el apóstol de la no-violencia sostuvo años después: “una necedad, aunque la repitan miles de personas, siempre será una necedad”.

El poeta habla del valor del NO a través de Jean Robert, quien sostiene que en la política, como en la vida cotidiana, oponerse a algo malo, no sólo es bueno, sino que entre mayor es la oposición, es mejor.

No terminaría, amable lector, de comentar todos los referentes que sostienen y fundamentan a Javier Sicilia, el pensador, el hombre, el poeta, porque lo único que no está a discusión, es que es un hombre de ideas profundas y senderos intachables. No espere usted encontrar aquí ocurrencias, frivolidades y mucho menos irresponsabilidad.
AMLO y Sicilia. El poder del estereotipo y la etiqueta.

Cuando el señor Andrés Manuel López Obrador estuvo en Córdoba, coincidió su aparición con un evento organizado por la iglesia católica. Lo que tuve la oportunidad de apreciar, fue al político y al hombre, más allá del estereotipo y así lo escribí en su momento.
Uno de los momentos clave para que los medios de comunicación reafirmaran la campaña de que el señor AMLO es un “peligro para México” fue el plantón en el zócalo de la ciudad de México después de las elecciones.

En aquel entonces, Sicilia fue de los pocos intelectuales que admiraron esta manifestación de democracia radical (Douglas Cummins) que nadie entendió, como una maravillosa forma de desobediencia civil, aunque discutió que se haya reducido la lucha por múltiples razones. Lo puede usted leer, amable lector, en la revista Proceso con fecha 10 de Septiembre de 2006.

Es lamentable que en estos momentos se califique al poeta de “irresponsable”, se le compare con “Mel Gibson” y al movimiento que encabeza se le etiquete como “fracaso” y “farsa”, porque me parece una lectura desafortunada, desproporcionada, con sesgos importantes y que representa justamente aquello que supuestamente se pretende combatir: la desinformación, la nota tendenciosa, la etiqueta y el uso del estereotipo.

No se vale y no es justo si lo que se busca verdaderamente es abonar a la solución de los grandes y graves problemas que aquejan hoy por hoy al ciudadano mexicano.

No existe tal cosa como disputa de movimientos sociales, en tanto sus fines sean construir un país mejor para todos los ciudadanos. En ese sentido, no hay movimientos mejores que otros.
Por eso, es muy preocupante que una de las razones de los ataques al movimiento del poeta se deba a que se le considera “un distractor” de otros actores políticos e ideologías que, a diferencia del movimiento que encabeza Javier Sicilia, sí buscan administrar el Leviatán, en lugar de acotarlo y regresar verdaderamente al pueblo el poder que legítimamente le corresponde.



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