jueves, 27 de octubre de 2011

LEÓN KRAUZE. Historias perdidas

La anécdota

Hace un par de semas, acudí a una conocida tienda de autoservicio. Para mi sorpresa, al pasar por la sección de “Libros y revistas”, me encontré con el libro de León Krauze “Historias Perdidas”. Me sorprendió leer la etiqueta que la tienda pegó en la envoltura del mismo: “En la compra de este libro, “X” le obsequia un combo de Hot Dog y un refresco”. Mis hijas y yo ya estábamos “a la caza” de este ejemplar, por lo que nos sorprendió gratamente “el plus” al adquirir esta obra.

Una delicia

Me refiero al libro.

Un deleite de principio a fin. “Lee el que sigue, mami” y de pronto, llevábamos cuatro historias perdidas, que seleccionamos del texto y que habíamos visto previamente en varios documentales de History Chanel, como “Boudica, la reina héroe” o de Discovery Chanel: “ La condesa sangrienta” y otros más leídos en la biografía de Alejandro Magno, como “La biblioteca de Alejandría”.

Una de las ventajas de este excelente compendio de historias, es que puede usted comenzar por la que más le interese y después descubrir, como nosotras, que todas son muy interesantes. Como profesora de educación básica, descubrí en el texto de Krauze un enorme potencial para ser utilizado en los salones de clase: son historias reales, breves, que involucran no sólo Español, sino todas las demás asignaturas del plan y programa de estudio dependiendo de la imaginación y creatividad del docente frente a grupo.

Texto de apoyo

En Matemáticas, por ejemplo, el nuevo enfoque del plan 2011 implica nuevas formas de pensar y de abordar la asignatura de parte del profesor y del alumno. Al analizar el enfoque de la asignatura, podemos observar que el método de análisis hipotético deductivo está presente como una forma de razonamiento matemático. Imagine usted por un momento, que las obras de Sir Arthur Conan Doyle, específicamente “Sherlock Holmes” y su método de análisis son aplicados a cada una de las historias seleccionadas por el autor de “Historias Perdidas”. Cada uno de nuestros alumnos, sería un detective privado, que opinaría con base a evidencias ¿qué sucedió en cada una de las 30 historias que Krauze presenta en su compendio?¿Existen finales alternativos?¿Hay inconsistencias? Desde la perspectiva de Sherlock Holmes, un buen investigador es aquel que, para empezar, formula las preguntas correctas, antes de emitir cualquier juicio de valor. ¿Será que una actividad tan sencilla y ascéptica como leer y analizar historias pueda producir ciudadanos críticos, analíticos y reflexivos? Yo creo que sí.

Existen desde la Secretaría de Educación Pública, esfuerzos que me parece dignos de reconocer en el marco de los recursos destinados a la impresión de series de ejemplares que conforman los “Libros del Rincón de Lecturas”, así como el Programa Nacional de Lectura y demás. Sin embargo, específicamente con este texto, el profesor tiene la posibilidad de implementar un proyecto de intervención docente que considere actividades permanentes (la lectura de 30 minutos al día de una historia perdida) como detonadoras de nuevas formas de lo que Édgar Morín denomina “movilización de saberes transdisciplinarios” es decir, formas de acción que involucren no solamente la materia de Español, sino todas las demás, dependiendo de la intención, imaginación y capacidad del profesor.

El poder de una buena historia

En artículos anteriores[i], he hablado del poder de una buena historia y cómo, desde la Programación Neurolingüística, se pueden enviar múltiples mensajes y propiciar diferentes razonamientos. Bueno, con decirle que hasta hay libros denominados “psicoanálisis de los cuentos de hadas”. El punto es considerar que en cada una de las historias se ejercita un músculo que rara vez les permitimos usar a nuestros alumnos: La imaginación. Einstein dijo: “Es más valiosa la imaginación que el conocimiento”.

Toda esta reflexión sirva para agradecer al autor, la maravillosa tarde que pasamos mis hijas y yo leyendo “Historias perdidas”. Mi niña la pequeña dice que quiere ser Maestra “cuando sea grande” y me dijo: “Mamá, voy a guardar este libro para leérselo a mis alumnos”. Bien pensado.

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