jueves, 27 de octubre de 2011

MIL SOLES ESPLÉNDIDOS

ARTÍCULO PUBLICADO EN SDP NOTICIAS


Después de haber leído a Dan Brown y su multicitado "Código Da Vinci", soy bastante escéptica en lo que se refiere a los llamados "Best Sellers" y es que con Brown me quedó claro que el ejemplar más vendido, "caliente" o "popular" no necesariamente es una buena obra literaria que valga la pena comprar.

 Ya me había quedado claro también con Mario Puzo que una publicación mediocre como "El Padrino" (también best seller) puede originar un clásico de culto cinematográfico, pero quien piense que el éxito de la película y sus secuelas se debe al talento narrativo de Puzo, seguramente no leyó la obra. Francis Ford Coppola reinterpretó la versión y Marlon Brando (¡inolvidable!), Robert de Niro, Al Pacino, Andy García y otros que escapan de mi memoria, completaron en el cine lo que al texto de Puzo le faltó: Arte. 

Por otro lado, no puedo soslayar el hecho de que somos parte de una cultura occidental, cuyo código de valores, idiosincracia y ethos en general es diferente de la cultura oriental y aunque esta afirmación parezca obvia, es esta sutileza la que matiza el acercamiento a este libro: "Mil soles espléndidos"


Hosseini se inspiró en un poema Sufí para el título de su obra.  

(...)El título del libro hace referencia a un poema del siglo XVII del poeta persa Saib-e-Tabrizi titulado Kabul.[1] La traducción del poema al inglés, obra de Josphine Davis, no es literal, pero intenta recrear las imágenes que aparecen en el poema original. No existe traducción al español directamente desde el persa, sin embargo, en la versión traducida al español por Gema Moral Bartolomé, encontramos los siguientes versos:

Eran incontables las lunas que brillaban sobre sus azoteas,
o los mil soles espléndidos que se ocultaban tras sus muros.


Igualmente se hace referencia al título en el último capítulo, donde dice



"Pero, sobre todo, se halla en el corazón de Laila, donde brilla con el esplendor de mil soles".
En  la contrasolapa del libro, aparece la opinión de Isabel Allende (La Casa de los Espíritus, Paula, La Isla bajo el mar, de amor y de sombra): "Tan inolvidable como Cometas en el cielo, esta novela nos sitúa en Afganistán con el corazón en la mano. Maravillosa"...El problema es que yo no había leído aún el primer libro de Hosseini :), por lo que descarté ese comentario. Otra opinión también sostenía que esta segunda obra era mejor que la primera que había escrito Khaled y por experiencia sé que esto no necesariamente es cierto. La producción de un escritor, por regla general no es lineal, es decir, nada garantiza que el próximo libro será superior al anterior. En el caso de Gabriel García Márquez, por ejemplo, Cien Años de Soledad, publicada en 1967 sigue siendo muy superior a Memoria de mis putas tristes, publicada en 2004. En ese sentido, lo único que me convenció, me "enganchó" y por ende decidí a comprarlo fue el acto sagrado de comenzar a leer el texto...

No, no le voy a contar que desde Siddharta de Herman Hesse, no había llorado tanto con un libro. Tampoco le voy a decir que en esta obra me quedó claro que Dios (llámele como usted guste) tiene infinitos caminos para hacer justicia, que dos mujeres enemigas al principio, muy diferentes en edades y físico, pueden llegar a sentir un afecto tal, que una es capaz de dar la vida por la otra.

En medio de los horrores de una guerra civil, que es el contexto donde se desenvuelve la historia, lo que yo me pregunto ahora es si los seres humanos necesitamos vivir la ignominia para sublimarnos…no lo sé.


En cualquier caso, leer esta obra es un placer. Efectivamente el autor juega con las emociones del lector y como dije, me descubrí más de una vez llorando a moco tendido...pero ¿qué no es ese el placer que da un autor a través de sus palabras a los simples mortales que nos aventuramos a leer sus libros?


Leer un libro, es también escuchar múltiples voces: la del autor, la de los personajes, la nuestra…es imposible en ese sentido, no engancharse con el manejo kinestésico de Khaleb:


 “(…)Yalil nunca llamaba a Mariam por este nombre (Harami, que significa bastarda). Para Yalil ella era su pequeña flor. Le gustaba sentarla sobre su regazo y relatarle historias, como el otro día que le contó que Herat, la ciudad donde Mariam había nacido en 1959, fue en otro tiempo la cuna de la cultura Persa. Hogar de escritores, pintores y sufíes..
 No podías estirar una pierna sin darle a un poeta un puntapié en el trasero- dijo entre risas(…)”

Mil soles espléndidos. Una joya. 

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