lunes, 31 de octubre de 2011

Crisis en las instituciones

“Crisis” es una palabra común hoy en día. Estamos tan acostumbrados a ella, que sabemos que el mundo convulsiona por cuestiones económicas, políticas, sociales, religiosas y México no es la excepción.  

Últimamente, han circulado correos electrónicos donde se pretende argumentar a favor de la desaparición del Congreso y de otras instituciones que se perciben rebasadas por una realidad que cambia más rápido de lo que puede ser percibida, interpretada y analizada. 

Esto es grave porque denota una profunda ignorancia acerca de cómo funciona el Estado, qué son las instituciones, para qué sirven y lo que ha costado al pueblo de México la construcción y consolidación de las mismas. 

El ciudadano mexicano no tiene una formación cívica integral que le permita reconocer en los partidos políticos, el tribunal electoral, el congreso y la suprema corte de justicia, las instituciones sine qua non se conforma el Estado Mexicano.


Sin embargo, para que una institución se respete, debe cumplir con su función a favor de los intereses del pueblo. Ese es el quid del asunto.  

La tentación de desaparecer las instituciones o de actuar al margen de ellas, se debe a que los políticos dejan mucho que desear, porque anteponen los intereses del partido que los llevó al poder a los intereses del pueblo que representan pero se debe entender que nuestra democracia es joven, perfectible y el camino no es nada fácil. La crisis demuestra que es necesaria una evolución de las mismas. Así como las conocemos, dejan mucho que desear.


Esa es la grave paradoja que encierra la democracia mexicana. Las instituciones son falibles, pero necesarias. Si alguien infringe la ley, no importa si es gobernador o presidente, se debe actuar conforme a derecho; pero como eso no es siquiera posible, en estos momentos el Estado Mexicano está fracturado para unos y fallido para otros.


Al final, como muchos de los grandes y graves problemas de México, la crisis en las instituciones es un problema de educación y formación cívica de los educandos de este país, que por un lado no saben qué son y para qué sirven las instituciones y por otro lado tampoco les interesa demandar a sus legisladores que cumplan con su trabajo y exigir cuentas de ello.

 Cómo estarán las cuestiones en materia educativa en México que incluso el ex presidente Carlos Salinas de Gortari menciona en su más reciente texto que el tema es ya asunto de seguridad nacional.

 Pues claro. Un pueblo que no es capaz de escribir por sí mismo su historia, es fácilmente manipulable ad hoc a los intereses de unos cuantos. Evidentemente, le faltó mencionar al infausto personaje fue él quien  entronizó a la lideresa magisterial hace un par de décadas.

 Por eso, es lamentable la falta de congruencia de algunos grupos que afirman que es una demostración de “ignorancia” pretender desaparecer las instituciones, pero voltean la mirada convenientemente a la hora de reconocer que se ha transado hasta hoy, el futuro de generaciones de niños de este país permitiendo que la presidenta vitalicia del SNTE controle, manipule y administre la educación en México. Doble moral, le dicen.

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