jueves, 27 de octubre de 2011

Los suspirantes. Andrés Manuel López Obrador. Parte I

ARTÍCULO PUBLICADO EN SDP NOTICIAS


El libro “Los aspirantes 2012”, es coordinado por el periodista Jorge Zepeda Patterson. Cada aportación en relación a cualquiera de los precandidatos a la Presidencia de la República, es realizada por un periodista diferente. Es digno de resaltar que el mismo Zepeda Patterson haya tenido a bien investigar, analizar y presentar al público el trabajo periodístico que realizó acerca de la vida y obra del señor Andrés Manuel López Obrador.

Lo que sí puedo afirmar, amable lector, es que todo ciudadano mexicano debería realizar la lectura de este libro, en el marco de una actitud cívica que permita formar el criterio propio fuera de estereotipos y etiquetas que invariablemente permean a cada aspirante a ocupar la silla presidencial. 

No puede usted ver con los mismos ojos a estos políticos después de leer este libro y el  caso del señor Andrés Manuel López Obrador no es la excepción.

Dice Jorge Zepeda Patterson, que los padres y abuelos del señor López Obrador fueron gente reconocida por su trabajo, ayuda y aportación a la comunidad. De los padres de AMLO comenta:

 “Andrés y Manuela fundaron La Pasadita a unos metros del local de su padre y habitaron la trastienda para vivir y multiplicarse: Andrés Manuel, el primogénito, nació el 13 de noviembre de 1953, y con diferencias de uno o dos años llegaron otros seis hermanos: Ramón, en diciembre de 1954 (+) José Ramiro, Pepín, en marzo de 1956; Arturo, en octubre de 1957; Pío, en mayo de 1959, y los gemelos Carmen y Martín, en noviembre de 1964”.

 “El Molido” 

“Andrés Manuel creció en un ambiente bucólico y paradisiaco. Iba a la Primaria Marcos Becerra por las mañanas (la única que existía) y jugaba béisbol, nadaba y pescaba en el río por las tardes. Lo apodaban el molido, aunque nadie recuerda el motivo. Sin embargo, desde pequeño lo acostumbraron a atender la tienda, en la que se vendía de todo: abarrotes, zapatos, ropa. Los vecinos coinciden en señalar a don Andrés como un hombre generoso y apacible. Doña Manuelita también era buena, aseguran, pero no tenía nada de apacible. Salía a las cuatro de la mañana en su cayuco (pequeño bote de remos) para vender arroz a lo largo de los poblados río abajo. La acompañaba un peón, pero su energía era infatigable; no regresaba sino hasta terminar su bastimento”.
 
“El Americano”

“hacia mediados de los años 60, la familia se estableció en un barrio céntrico y popular de Villahermosa y a los pocos meses habían logrado instalar el almacén de ropa Novedades Andrés y la zapatería La Gota, a unos cuantos pasos, en la calle Primavera (…) En esa época, sus compañeros de escuela lo apodaron el Americano, porque se vestía distinto de los demás: podía usar la ropa de ´fayuca´ que se vendía en su tienda y en otros negocios similares denominados “chetumalitos”

- Qué bonita camisa – le decían

- Es americana- respondía Andrés Manuel alzándose el cuello.

Pronto sus compañeros se desquitaron asestándole el apodo”

El accidente

“Un accidente a los 15 años le cambió la vida en 1968 (…) Una calurosa tarde, mientras sus padres comían en casa y Andrés Manuel y su hermano Ramón hacían guardia en la tienda, este último sacó una pistola que su padre había dejado meses atrás escondida entre los estantes de las camisas. La había recibido en prenda de una deuda nunca saldada y se había convertido en una reliquia temida, porque se sabía que con ella un hombre había asesinado a su esposa.

Ramón, de 14 años, cortó cartucho pero quitó el cargador, con lo cual se creía asalvo para hacer piruetas de pistolero. En el proceso el arma escapó de sus manos, cayó al suelo y disparó el tiro que quedaba en la recámara: entró por el cuello del joven y salió por la sien en trayectoria de abajo hacia arriba. Murió en el acto. Andrés Manuel estaba a cinco metros, en la caja, y vio la escena pasar ante sus ojos justo cuando reconvenía al hermano.

Las empleadas del almacén corroboraron los hechos, pero unos judiciales del estado quisieron extorsionar a la familia involucrando a Andrés Manuel (alguien de su familia afirma, socarronamente, que los complots en su contra no son de ahora). Los adversarios políticos han querido ver este incidente como algo similar a lo que sucedió con Carlos Salinas de Gortari (…)Los testigos afirman que en este caso se trató de un accidente a la vista de todos, provocado por la propia víctima. Eso no fue un consuelo para la familia, en especial para Andrés Manuel. Sus amigos de la adolescencia recuerdan que se volvió un poco taciturno. Mucho más reflexivo”

 “Piedra”

 El señor Andrés Manuel López Obrador, se traslada a los 19 años a la ciudad de México, hospedándose en la Casa del Estudiante Tabasqueño. Fue por afinidad con el presidente estudiantil de la casa, Isidro Pedrero Totosau, que éste lo bautizó con el mote de “Piedra”, en parte por su tozudez, en parte porque afirmaba que todavía había que pulirlo y en parte por convertirlo en un aliado de su propio nombre.

“Lesho”

 Ya encaminado en la vida política como delegado del Instituto Nacional Indigenista en tabasco, contrajo matrimonio con su primera esposa, la señora Rocío. Dice Zepeda Patterson que la vida en familia no debió ser fácil, porque AMLO estaba completamente absorto en el compromiso que significó para él su trabajo político a favor de los pueblos de la región, independientemente de que, desde siempre, su vida fue muy austera y la nueva familia compartió esta visión. De esta época surgen dos hábitos en el señor Andrés Manuel López Obrador:

 1.- El de hacer consultas

2.- El de concebir programas novedosos con impacto popular: Fundó una estación de radio que transmitía en español y en chontal, que llegó a convertirse en el instrumento de articulación de pueblos dispersos.


A los pocos años, dice Zepeda, Lesho se había convertido en un personaje legendario entre los chontales. Le llamaban “Lesho” como suelen designar en Tabasco a los de nombre Andrés.


“Conocía a todos por su nombre, les preguntaba por sus esposas enfermas, sabía de sus hijos, etcétera. El analista Mauricio Merino, un crítico de muchas ideas de Andrés Manuel, reconoce que era conmovedor ver salir a Rocío de la casita amamantando a su hijo, viviendo como muchos otros chontales.

Fue un periodo extrañamente tranquilo y fructífero. La ´administración de la abundancia´ del régimen de José López Portillo propició un flujo importante de recursos a las zonas indígenas, que el joven funcionario canalizó con ardor e ingenio. Por lo demás, nadie aspiraba a su puesto, ni él deseaba el de otros, lo que le permitió convertirse en una leyenda entre la clase política local, entre otras cosas porque resultaba inofensivo para el resto. O eso creían”


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